
La mal llamada “plata de los jubilados” no alcanza para cubrir los beneficios actuales. Las arcas públicas soportan el peso.
Leemos hoy: «Si el sistema previsional dependiera exclusivamente de lo que algunos denominan “la plata de los jubilados”, éstos no quedarían más cerca del 82 por ciento móvil que plantea el conglomerado opositor, sino todo lo contrario: sufrirían una rebaja de haberes del 20,6 por ciento»
(…)»En el primer semestre del año, los ingresos de la Anses por aportes y contribuciones –“la plata de los jubilados”– sumaron 38.528 millones de pesos, mientras que los gastos para liquidar jubilaciones ascendieron a 48.569 millones de pesos. La diferencia fue cubierta con una porción de la recaudación de los impuestos a las Ganancias, el IVA, Bienes Personales, Monotributo, Combustibles, Cigarrillos e Internos. Es decir que el Estado nacional y las provincias hicieron un esfuerzo fiscal de 10.041 millones de pesos para mejorar los haberes de 5,6 millones de jubilados y pensionados.
En 1958, cuando se aprobó por ley el 82 por ciento móvil, había cuatro trabajadores que aportaban al sistema previsional por cada jubilado. A pesar de ello, cinco años más tarde se dejaba de cumplir con la norma por su elevado costo fiscal y ya nunca más se alcanzaría esa meta. En la actualidad, la relación aportantes-jubilado es mucho más baja: de 1,52 a 1. Con ese registro, el sistema tiene que ser asistido por la Nación y las provincias para aumentar el monto de las jubilaciones, que de otro modo serían –en este momento– un 20,6 por ciento más bajas. Nación y provincias destinan una parte de la recaudación de los impuestos mencionados más arriba para tal fin. Los distritos del interior lo hacen al ceder el 15 por ciento de lo que les corresponde de la coparticipación».
(…)«El centro de la discusión en torno de la suba de la jubilación mínima al 82 por ciento del Salario Mínimo, Vital y Móvil no es si se trata de una medida justa o no, sino de dónde se obtienen los recursos para hacerla sustentable y que el sistema no quiebre como ocurrió tantas veces en el pasado: las consecuencias de la última quiebra fueron los 12 años de jubilaciones congeladas, la rebaja del 13 por ciento en 2001 y la generación de un clima social propicio para su privatización, dando lugar a las AFJP y a un gran negocio para los bancos que eran sus accionistas principales».
(…)«Los trabajadores aportan el 11 por ciento de su sueldo para la seguridad social, mientras que las empresas lo hacen en un rango del 10 al 16 por ciento. En promedio, los aportes y contribuciones equivalen al 24,5 por ciento de los salarios. Para cubrir el costo de las mejoras planteadas en los proyectos de ley de la oposición, la incidencia debería crecer a 34,0 por ciento de los sueldos de los activos. Es un incremento del 38,8 por ciento. Un salto de tal magnitud de un día para el otro tendría seguramente un impacto sobre precios, por no mencionar la resistencia política que ejercería el poder económico contra la medida».
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