
" Buscar la verdad por encima de todo debería ser una obligación y una responsabilidad a la que nadie puede negarse"
«La cancha está embarrada. Es la definición que se da en el barrio a este tipo de situaciones. Pero en la política argentina la cancha no está embarrada desde ahora, ni por imperio de “los Kirchner” como suele decirse desde algunos lugares de la oposición. La cancha está históricamente embarrada a partir de los manejos que distintos, sucesivos y alternados grupos de poder económico han hecho de los intereses del país, es decir, de los derechos de los argentinos y de las argentinas de a pie. Es cierto que es mejor, más sano para todos, más democrático y también más justo jugar limpio. Es cierto también que nada justifica el “ojo por ojo” y tampoco la conducta abusiva de unos puede dar por válida una reacción del mismo tipo desde la vereda opuesta. Pero resulta casi ridículo que aquellos que han violado sistemáticamente todas las garantías, abusado del poder en propio beneficio, atropellando y avasallando, actúen ahora como mansas palomitas, rasgándose las vestiduras por la presunta falta de “seguridad jurídica” y atropellos contra la “libertad de expresión”.
Sobre todo porque es este marco democrático en el que vivimos el que precisamente está garantizando –más allá de lo que afirmen algunos voceros encaramados en el poder mediático– el libre funcionamiento de las instituciones, de la Justicia y también el derecho a la comunicación, que es mucho más que libertad de expresión y, por cierto, infinitamente más que la libertad de empresa (sus negocios y sus posibilidades de lucro) que es lo que realmente los ocupa y los preocupa.
(…)
A pesar de todo lo anterior no se debería perder de vista que hay determinadas cuestiones de base que, en cualquier situación y bajo toda circunstancia, resultan innegociables. Es así porque se trata de principios éticos y políticos esenciales para la convivencia.
La verdad: nos ha costado mucho a los argentinos rescatar el valor de la verdad después de los duros años de la dictadura. Buscar la verdad por encima de todo debería ser una obligación y una responsabilidad a la que nadie puede negarse.
(…)
En cualquier caso: verdad, justicia y derechos humanos son batallas ganadas por el pueblo y son totalmente innegociables. No hay precio ni razón que justifique la traición a estos principios».
(Leer completa la nota de Washington Uranga haciendo click acá)