por Mario Rivas
Se ha cumplido ya un mes desde la brutal represión de la policía del gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, a la comunidad Qom en La Primavera. No estaban mendigando nada, reclamaban el cumplimiento de una ley nacional que les garantiza la tierra que les pertenece desde mucho antes de que este país existiera siquiera como proyecto de Nación. Fueron reprimidos a sangre y fuego. Aún hoy carecen de agua potable y siguen siendo hostigados por el gobierno de Insfrán. El objetivo es desterrarlos de su tierra para que las mismas sirvan a los pools sojeros.
«¿Qué le pasa a Cristina que no le da bola a los indios?» se escucha en la progresía citadina que acompaña el desarrollo de este modelo de inclusión social que lleva adelante el Gobierno. «Para mí la masacre (sic) de La Primavera ha sido un punto de inflexión», agregan. Bueno, ya se sabe que la progresía siempre tiene «el punto de inflexión» a flor de piel. No pueden entender que un gobierno que ha hecho tanto por la vigencia de los Derechos Humanos mantenga silencio de radio sobre tamaña injusticia. Sólo funcionarios menores, como Jorge Coscia, han salido a opinar sobre el tema, con declaraciones lamentables.
Cuando a estos «progres» se les pide alguna explicación sobre a qué atribuyen el comportamiento de Cristina esbozan dos hipótesis:
1.- Gildo Insfrán fue el primero en apoyar a Néstor Kirchner, y Cristina respeta esa «deuda de honor».
2.- Insfrán sabe «algo» de los Kirchner y condiciona con ello a Cristina.
Son tan endebles estos argumentos que ni ellos mismos se lo creen. La otra teoría que se escucha en este sector es que Cristina está cuidando los votos que le acerca Formosa a través de Insfrán. Lo cual convertiría a Cristina en una cretina que negocia principios por votos.
A reglón seguido establecen una relación directa entre lo sucedido en La Primavera y los acontecimientos del Parque Indoamericano, forzando la relación. «Si se hubiese actuado con firmeza en el tema de los Qom», dicen, «no se hubiese producido el descalabro de Villa Soldati». No reparan en que los dos hechos obedecen a causas distintas, son otros los actores y merecen respuestas distintas, aunque ambos puedan ser englobados genéricamente bajo el rótulo de Derechos Humanos.
Lo que no terminan de entender algunos «progres» es que en toda gestión se debe tener una lista de prioridades. Para ejercer un gobierno que garantice la plena vigencia de los Derechos Humanos lo primero y fundamental es mantener ese gobierno. No se pueden abrir varios frentes de conflicto de manera simultánea. Esto es el ABC de cualquier manual de estrategia, desde Sun Tzu en adelante.
Hoy el foco principal del Gobierno está centralizado (amén de seguir gestionando, claro) en detener la movida destituyente que, desde los sectores que ven escabullirse sus posibilidades electorales apelan al último recurso que les queda: la violencia y la desestabilización exacerbando los peores instintos de esta sociedad. Quien no lo vea es porque no quiere verlo.
Ahí está el afiche del lanzamiento de la candidatura de Duhalde a presidente, realizado cuando el conflicto del parque Indoamericano aún no estaba resuelto. En el mismo se lo ve emergiendo de un país en llamas cual salvador elegido. Ése es el escenario que quieren plantear: un país en llamas que necesita un «salvador». No importa que ese escenario no tenga asidero con la realidad: primero plantean el escenario y luego mueven los hilos para construirlo. «Paz y Orden» es la consigna que enarbolan. Creo que no hace falta entrar en demasiados detalles y cualquiera que tenga memoria en este país sabe qué se esconde detrás de estas banderas.
Cuando escuchan estos argumentos, la progresía me tilda de pragmático cuando no de cosas peores. Pero lo hacen obviando un dato fundamental: quienes estuvieron rodeando a Cristina durante la conmemoración del 10 de Diciembre -y ya habían pasado 20 días del episodio con los Qom- fueron Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto. ¿Ellas también son pragmáticas? ¿A ellas tampoco les interesa el respeto a los pueblos originarios? ¿Ellas también especulan por votos o tienen negociados con Gildo Insfrán?
Yo no tengo dudas -y ese es mi reclamo desde el primer momento- de que este Gobierno va a dar una solución integral y reparadora a la problemática aborigen. Pero, repito, para hacerlo lo primero que tiene que lograr es mantener el Gobierno.