Una publicación efímera, como todo

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Felices sueños

In Felices sueños on 26 diciembre, 2010 at 22:15

Reflexiones de un tipo tranquilo y con huevos

In Opinión, por Luis D'Elía on 26 diciembre, 2010 at 17:04

Leemos hoy:

«(…) ¿Y cuál es el vino que a usted le interesaría hacer o que se haga?
A mí me interesan sobre todo cuatro reformas: la urbana, la agraria, la financiera y la del código minero. Además, quiero la profundización de la distribución de la renta nacional y de la riqueza. Ojo, porque muchos confunden riqueza con renta nacional. Son dos cosas distintas y quiero la distribución de las dos.

¿Cuál es su diagnóstico del problema habitacional en la Argentina?
El problema de la tierra en la Argentina se divide en tres grandes focos: el rural, el aborigen y el urbano. En el urbano, hay un déficit enorme producido por el hecho de que, desde hace muchísimos años, en las grandes urbes no hay loteos populares. El loteo popular es lo que permitía articular mercado y capacidad de ahorro de los trabajadores de las clases populares. A su vez, el Estado no tiene propuestas de creación de suelo urbano en gran escala, Entonces si la gente no encuentra solución en el mercado ni en el Estado, lamentablemente vienen las tomas.

¿Cree que las tomas en Villa Soldati y Lugano son genuinas?
-Siempre una operación está montada sobre algo genuino. Acá hay problemas concretos de déficit habitacional. Pero acá también hay una actuación en tándem del macri- duhaldismo, que genera un escenario de violencia, la izquierda boba que les hace el juego, y Clarín, que transmite en cadena nacional. El Estado debe resolver los problemas concretos primero, pero si llega tarde, cuando ya hay desmanes, debe intervenir con profesionalismo, esto es, desarmado, como lo hicieron ayer en Constitución, donde no hubo que lamentar ninguna víctima y se detuvo a quienes protagonizaron los desmanes.

¿Qué se debe hacer con las villas miseria?
Yo no hablo de villa porque esa es una concepción, que dejó de funcionar en el ´80, de cuando la gente se apilaba porque veía en la villa un lugar de transitoriedad hasta que conseguía empleo e iba a un loteo popular. Hoy los asentamientos se hacen respetando la trama urbana y son pasibles de regularización. No hay duda de que este es un problema nacional. Estamos hablando, sólo en el conurbano bonaerense, de mil asentamientos. Nadie puede hablar de políticas de seguridad serias si no se interviene directamente ahí. Pero no reprimiendo, si no dando el dominio de la tierra y creando infraestructura comunitaria y de servicios. Quien no entienda que esta es la forma de terminar con la pobreza está mirando otro canal.

Usted hablaba también de reforma agraria, ¿cómo sería?
Lo rural tiene hoy tres grandes focos por resolver: uno es en la Patagonia, entre Chos Malal, en Neuquén, y Los Antiguos, en Santa Cruz, donde hay 5 millones de hectáreas en manos de los gringos y en disputa con la población aborigen campesina. Hay que ver cómo resolverlo retomando algunos instrumentos de soberanía respecto de la propiedad de extranjeros. Por otro lado, hay un segundo gran problema: el chaco seco del centro del país, que va desde el norte de Córdoba, pasando por todo el monte santiagueño y que ocupa el este de Salta y el oeste del Chaco. Ahí hay otro conflicto muy serio, que es el conflicto campesino sojero. Los derechos ancestrales de los campesinos confrontan con el avance sojero de los grandes grupos, sobre todo de Rosario, Córdoba y Buenos Aires. Y el tercero es en el NEA, Corrientes y Misiones, donde hay grandes problemas de latifundio. Para empezar, necesitamos que el gobierno nacional sepa quiénes son los dueños de la tierra argentina, algo que hoy no se puede saber porque los registros de la propiedad provinciales, salvo cuatro o cinco, son obsoletos o directamente escandalosos, y no existe un registro federal.

¿Se debe poner un límite a la propiedad de tierras?
Por supuesto. Y hay un proyecto de ley que apoyo, que es el de Omar Plaini, diputado de la CGT, y que también es compartido por las viejas dirigencias agrarias. Dice básicamente que la propiedad de la tierra, en los lugares con cierta normalidad del suelo y del clima, no debería exceder más de las 5 mil hectáreas. Me parece que sería importante avanzar en esto. Hoy me enteré de un dato espantoso: el 80% de la población argentina vive en el 1% del territorio. Estamos totalmente hacinados. Tenemos un país, en materia demográfica, con una cabeza gigante y un cuerpo pequeño. Hay que crear un banco de tierras donde se reagrupe toda la tierra estatal y se le pueda dar una dimensión social, esto es, una redistribución. Y además, hay que avanzar también, además del dominio, en otras cuestiones como la calidad de vida, de hábitat y de medios de producción del campesinado. Tenemos que repensar la Argentina y recolonizarla, porque hay tierra para que todos  tengamos casa.

¿Por qué este Gobierno no avanzó en esto?
Hoy hay un déficit habitacional de 4 millones de viviendas, pero la política del gobierno ha sido la mejor en este sentido: se han construido 500 mil soluciones habitacionales en 7 años. Pero creo que en un país con 300 millones de hectáreas, de los cuales 150 son productivos, esto no es suficiente. Yo creo que esta es la agenda del próximo gobierno. Ojalá lo sea. No podemos tener este problema en la Argentina, que es el país de la tierra. Es lo del vino que te decía: no podemos pensar en hacer la reforma urbana y rural con (José) De la Sota o con (Daniel) Scioli. Es imposible pensar que esto puede estar en la cabeza de ellos.

¿Confía en que Cristina puede impulsar este cambio?
Yo sé que la compañera Presidenta está estudiando mucho el tema así que esperemos a ver qué respuestas da. Mi apoyo al gobierno, así como las diferencias, tiene que ver con ayudarlo a ir hacia ahí. Porque confío en que puede ir hacia ahí. Quien conduce el movimiento nacional y popular arbitra. La derecha tensiona, nosotros tensionamos y después hay uno que dirige el partido. Y la verdad es que el partido se dirige bastante para nuestro lado, así que estoy bastante conforme con eso.

¿Le preocupan las elecciones 2011?
No, para nada. Creo que Cristina, que es la única que puede garantizar la continuidad, va a ser Presidenta y va a llevar adelante un excelente tercer gobierno kirchnerista. Es una mujer talentosa, brillante, de una enorme capacidad y que se merece estar donde está. A mí me preocupa 2015. No quisiera que todo este proceso nacional, popular y profundamente transformador, sea heredado por neoliberales como Scioli, (Sergio) Massa, (Carlos) Reutemann, (Francisco) De Narváez o (Mauricio) Macri. Eso me preocupa.

¿Esos son sus enemigos políticos hoy?
Yo no tengo enemigos, yo señalo situaciones. Yo creo que el poder real en este país no sale en los diarios ni  en la televisión. El poder real es el poder económico, que siempre tiene marionetas, títeres de superficie, que hablan por ellos. Los que te nombré expresan el poder económico pero no son el poder. Yo no lucho contra ellos, yo lucho contra el verdadero poder económico: la SRA (Sociedad Rural Argentina), AEA (Asociación Empresaria Argentina), la Embajada americana… Si sirvió para algo lo de Wikileaks es para saber que las embajadas americanas en el mundo no sólo hacen diplomacia y negocios, sino también inteligencia.

¿Cómo ve a la oposición de cara a 2011?
Mal. La oposición es un cachivache. No encontrás a uno que pueda decir algo sensato. Ni siquiera es la derecha de otros tiempos, que supo tener tipo talentosos. Por ejemplo (Álvaro) Alsogaray, en mis antípodas totales, pero un tipo con un alto grado de formación técnica y política. Hoy son lamentables.

¿Y la izquierda?
También: errática, consignista y gorila. Algunos que fueron compañeros míos hoy están con Pino (Solanas). Pero que Pino tenga hoy tanto espacio en Clarín y en los medios de la comunicación hegemónica, a mí me hace acordar a un viejo formador que tuve, Norberto Barber, que venía del PC y yo lo tuve en el peronismo, que contaba una anécdota de un marxista alemán, (August) Bebel, y decía: ¿Qué te pasa Bebel que hasta la burguesía te aplaude? Cuando la burguesía te aplaude, algo está fallando…

¿Y usted va a ser candidato en 2011?
Yo fui el único dirigente social del kirchnerismo que era diputado antes de que llegara Néstor Kirchner. Pero llegó él y no pude ser más nada. Siempre había algún problema conmigo. Esta vez estoy dispuesto a jugar a fondo para ser diputado nacional.

¿Por qué cree que siempre hay problemas con usted?
La política argentina es muy gatoparda, muy hipócrita, muy careta. Y yo no correspondo con los cánones de la política tradicional nuestra. Es más, para muchos, ser sincero es ser pelotudo. Yo no creo que los pueblos se merezcan ese tipo de políticos.

¿Esa honestidad fue la que lo llevó a ser acusado de antisemita por su reiterado apoyo a Irán?
Yo soy antisionista y soy un enemigo visceral del actual gobierno del Estado de Israel, que es la ultraderecha nazi. Yo estoy en contra de esos tipos y lo digo. Ahora, si decir esto es ser antisemita, la verdad es que me parece un disparate. La izquierda judía en la Argentina tiene una historia ejemplar y no entiendo por qué se tienen que ver involucrados en esto que yo digo.

También ha tenido otras frases polémicas como que la sociedad está dividida entre blancos y negros.
No lo digo yo. De (Franz) Fanon para acá, muchos han sostenido esto. Blancos y negros es una categoría sociológica y política, que no se corresponde con el color de piel. Yo conozco a muchos negros que son blancos y al revés. Normalmente un blanco es extranjerizante, elitista, tiene una versión conservadora liberal de la historia y quiere ser lo que no es. Entra en el tipo que Paulo Freire –pedagogo brasileño- describe como aquel que imita las conductas del opresor. Y el negro es el latinoamericanista, el nacional y popular. Esa es para mí la división central de la sociedad.

¿Con qué otros procesos latinoamericanos se identifica?
Con ninguno. Yo no miro hacia afuera. Yo siempre busco en nuestra propia historia y en lo que nosotros somos capaces. Viste cuando el de derecha te pregunta: ¿A usted le gustaría ser como Cuba? -lo imita en tono burlón-. No, yo quiero ser como el gran país que alguna vez fuimos, como con Perón o antes con Hipólito Yrigoyen. Yo soy un gran lector de nuestra historia, e inclusive te diría que la Generación del 80, a pesar de las barbaridades que hizo con los aborígenes, fundó un Estado Nacional fuerte. Tuvimos maravillosos momentos de inclusión y hasta algunos de la derecha hicieron grandes cosas. Como (Domingo) Sarmiento, con quien confronto en casi todo, pero le puede rescatar la escuela pública.

¿Qué le falta a la Argentina de hoy para ser más inclusiva? Usted ha dicho que el kirchnerismo aún no comprende la importancia y representación de los movimientos sociales.

Al kirchnerismo le cuesta mucho debatir los ’90. Pero en algún momento lo va a tener que hacer. Porque si uno saca malas conclusiones de los ‘90 se va a equivocar. Por ejemplo, si vos concebís el pacto social en la era post noventa sólo con la CGT y la CTA, te equivocás. Porque eso sólo representa al 37% de la clase obrera. El resto no está afiliado a nada y está en la más absoluta de las informalidades económicas. Y aunque se haga trabajo registrado, eso no vence la informalidad. Por lo tanto, cuando vos tenés un país en el que el 60% de la clase obrera no está representada por nadie, no te queda otra que entender, primero, que ahí los movimientos sociales tenemos un papel importante que jugar y, segundo, que necesitamos más y mejores formas de representación.

¿Por qué cree que no lo comprende?
Porque no termina de entender que somos el sujeto más dinámico de la clase. O le da temor. Porque los que encabezamos la lucha contra el neoliberalismo conservador fuimos nosotros. Pero ya lo van a comprender porque seguimos creciendo, incluso a pesar de un gobierno desconfía de nosotros.

¿Cómo se lleva con Hugo Moyano?
Me llevo bien, es un gran compañero y un gran amigo. Con él compartimos toda la lucha contra el menemato: la Marcha Federal, los siete palos al menemismo y la marcha grande por la vida. Nada de eso se hubiera podido hacer si no fuera por Moyano. Hay muchos que se olvidan de eso y no está bien.

Pero usted, como un luchador de la democracia sindical, ¿está de acuerdo con la forma de manejar…?
(Interrumpe) Yo no me meto con la forma de manejar de otros… Cada chancho en su chiquero y cada lechón en su teta. Yo lo que digo es libertad y democracia sindical para todo el mundo. Es la única manera de acabar con el unicato en el mercado y con las dirigencias amarillas del sistema gremial.

¿Le molesta que lo llamen piquetero?
-Es una forma de estigmatización que fabrican los medios hegemónicos. Es como si a un dirigente sindical le dijeras “huelguero”. En todo caso, el piquete o la huelga son instrumentos de lucha de la clase obrera y como tales serán eternamente válidos, aunque los quieran estigmatizar.

¿Cuál es su núcleo ideológico?
Yo soy nacionalista popular revolucionario. Vengo de un hogar de laburantes y muy peronista. Mi viejo era un trabajador de la energía y mi mamá cosía en mi casa. Mi abuelo era español y era republicano-anarquista. Y mi formación fue en la teología de la liberación. Eso cuando era joven era un problema porque para los de derecha yo era de izquierda y para los de izquierda de derecha (se ríe). Pero después lo superé.

Se lo ve y se lo escucha mucho más tranquilo y reflexivo que en otros tiempos, ¿a qué se debe?
Una cosa es el personaje que crearon los medios de mí y otra soy yo. Yo soy así, como me ve, un tipo tranquilo.

(Leer completa la nota a Luis D’Elía haciendo click acá)

¿Quién gobierna EEUU?

In Opinión, por Juan Gelman on 26 diciembre, 2010 at 16:29

por Juan Gelman (vía Cubadebate)

Bob Woodward, el periodista que desató el Watergate en compañía de Carl Bernstein, formula una respuesta a esa pregunta en su libro más reciente, Obama’s War (Simon & Schuster, Nueva York, 2010): ni el Poder Ejecutivo, ni el Poder Legislativo y menos el Judicial. Quien gobierna realmente, dice Woodward, es el complejo militar-industrial, es decir el Pentágono y las grandes empresas productoras de armamento, a cuyo directorio suelen ingresar no pocos jefes militares estadounidenses cuando se retiran. Leído el libro, Michael Moore espetó: “El título de ‘Comandante en Jefe’ (que detenta el presidente) es tan ceremonial como el de ‘Empleado del Mes’ del Burger King del barrio”. Léase lo que Obama’s War revela.

El sábado 28 de noviembre de 2009 Obama se reúne con miembros del Consejo Nacional de Seguridad a fin de diseñar su nueva estrategia para Afganistán. Los militares le presentan una sola opción: mandar más efectivos. El mandatario señala que no está cerrada la otra, la de establecer un plan de retirada, y el coronel de ejército John Tien expresa: “Sr. Presidente, no veo cómo puede usted desafiar a sus mandos militares. Porque si le dice al general McChrystal (entonces al mando de las tropas invasoras) ‘ya cuenta con recursos, pero decidí hacer otra cosa’, probablemente tendrá que reemplazarlo. Usted no le puede decir ‘hágalo a mi manera, gracias por su gran trabajo’. ¿Dónde acabaría esto?”.

El coronel Tien -agrega Woodward– no tuvo necesidad de explicar más. “Sus palabras implicaban que no sólo McChrystal sino también todo el alto mando militar podría rebelarse, Gates, el almirante Mike Mullen, el presidente del Estado Mayor y el general Petraeus, entonces jefe del comando central estadounidense. Tal vez ningún presidente podría resistir el embate, especialmente uno de 48 años de edad con cuatro años de senador y 10 meses de comandante en jefe.” Se conoce el final de la historia: tres días después, Obama anunció el envío de más tropas al país asiático.

Lyndon B. Johnson corrió suerte parecida. A él le tocó Vietnam. El asesinato de John Kennedy lo convirtió en presidente de EE.UU. en noviembre de 1963 y a pocas horas de asumir se le informó que la situación en Vietnam del Sur era más grave de lo que se podía suponer. El reconocido periodista Bill Moyers, que fue secretario de prensa de LBJ, grabó en secreto muchas conversaciones sostenidas entonces en la Casa Blanca y aun llamadas telefónicas del flamante presidente. Registró así las idas y venidas del mandatario, irresuelto sobre la conveniencia o no de escalar el conflicto.

Moyers relató que Johnson efectuaba consultas amplias dentro y fuera de la Casa Blanca (www.pbs.org, 201109) y venía resistiendo las presiones de líderes republicanos como Nixon y Goldwater: quería analizar la situación con cuidado y evaluar alternativas con su secretario de Defensa, Robert McNamara. El 2 de marzo de 1964 éste le presentó un memo urgente del Estado Mayor Conjunto que señalaba: “Impedir la caída de Vietnam del Sur es de suma importancia para Estados Unidos”.

Johnson no quiere ampliar la participación militar de EE.UU. en Vietnam, pero acaecen los dos incidentes del golfo de Tonkin que conducen a un enfrentamiento naval armado entre un buque norteamericano y lanchas lanzatorpedos norvietnamitas. LBJ acepta el aumento de tropas para combatir al Vietcong, aunque duda del origen del segundo choque que, como se descubrió después, fue una fabricación para forzarlo a tomar esa decisión.

Moyers da cuenta de las presiones del jefe del Pentágono y de la cúpula militar para lograr, como lograron, el incremento paulatino de efectivos. “Es difícil argumentar con los comandantes -es una frase grabada de LBJ-, porque en el fondo de mi pensamiento me inclino por una intervención muy limitada. Y no creo que los comandantes piensen lo mismo. En realidad, sé que no.” Cuando la guerra de Vietnam concluyó en 1975 con la derrota de EE.UU., habían participado en el conflicto dos millones y medio de militares norteamericanos y el número de bajas sufridas ascendía a casi 60.000. En tanto, las empresas armamentistas obtenían -como obtienen hoy- jugosos beneficios.

El general Dwight D. Eisenhower tenía plena conciencia de estos hechos. Lo preocupaban. En el discurso que pronunció el 17 de enero de 1961, al terminar su mandato presidencial, subrayó: “La conjunción de un inmenso aparato militar y de una vasta industria productora de armamento es nueva en la experiencia de EE.UU. Su influencia abarcadora -económica, política, incluso espiritual- se deja sentir en cada ciudad, cada Parlamento, cada oficina del gobierno federal…, debemos estar en guardia contra la adquisición de una influencia no autorizada por parte del complejo militar-industrial. El potencial del surgimiento desastroso de un poder indebido existe y persistirá”. No se equivocaba.

Encuesta

In El Ojo con Dientes, Encuestas prescindibles on 26 diciembre, 2010 at 14:00

“Hay que dejarse de joder y apoyar el proyecto”

In Opinión, por José Pablo Feinmann on 26 diciembre, 2010 at 11:41

"En este país la izquierda nunca entendió que la realidad ofrece resistencias, y que se pueden hacer ciertas cosas y otras no", plantea José Pablo Feinmann en esta nota.

Leemos hoy:

«(…) con la muerte de Néstor la juventud explotó, pero en realidad ya había arrancado antes. Lo veo con mis hijas: la mayor trabaja en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, que dirige Eduardo Jozami, y la menor me vive preguntando dónde militar, porque tiene muchas ganas de hacer cosas. Me parece que los jóvenes recibieron el “calor” que les daban Néstor y Cristina, esa suerte de conjunción donde ella era lo racional, con una inteligencia superlativa, y él lo visceral, lo peleador. Los jóvenes fueron algo impresionante, porque entre otras cosas, y volviendo a los Kirchner, reconocieron la fuerza de un tipo joven que había muerto, y la ternura de alguien a la que justamente se le reprochaba no demostrar sus sentimientos, reconociéndole que “sólo” era inteligente. Bueno, esos días Cristina los mató a todos, porque más sensible, imposible. Lloró, acariciaba el cajón, le decía “cabezadura”. Impactó. Pero además, no olvidemos en este contexto de las ganas de la juventud lo que significa el mapa latinoamericano. Hace un montón de tiempo que América Latina no presenta una serie de gobiernos populares como estos, porque no hay mucho más que se pueda hacer. Cuando recibo los folletos de los llamados partidos de izquierda, ruidosos pero compuestos por muy poca gente, me doy cuenta que no entienden nada de política. Son maximalistas, piden siempre reforma agraria, toma del poder, expropiación de la fortuna. El Plan de Operaciones de Mariano Moreno, más o menos. Es lo mismo que Moreno, que en esa época no tenía nada, a nadie más que a (Juan José) Castelli. Pero no vamos a discutir eso ahora, saco el tema porque yo creo que Moreno hizo un plan y no se preguntó nunca con qué poder político imponerlo, lo mismo que los partidos de izquierda.
–Tampoco pudo. ¿Y lo del veneno en el barco?
–¿Qué veneno? No creo que haya sido veneno, eso es un invento de (Felipe) Pigna. No… ¿quién querría matar a Moreno? (Cornelio) Saavedra era un tarado. ¿Los ingleses lo iban a matar? ¡Si Moreno les iba a dar la isla Martín Garcia! Dejá, estoy podrido de discutir de esas cosas. Además, no discuto, y menos con los pibes de los partidos de izquierda. Para ellos todo es reaccionario,  nada alcanza, siempre falta algo, y eso no es hacer política. Si supieran lo que es llegar al poder y tener que ver lo que aparece, las cosas que hay que hacer para poder gobernar, incluso en lo que hay que convertirse para poder gobernar. En este país la izquierda nunca entendió que la realidad ofrece resistencias, y que se pueden hacer ciertas cosas y otras no. Más o menos eso están entendiendo los gobiernos populitas y populares de América Latina. El de (Rafael) Correa es interesante por lo que pasó, por el coraje que tuvo el tipo. Lo de Evo (Morales), bueno, ¿quién no lo puede querer a Evo? Además, no olvidemos que Bolivia es un país que mata a todos sus presidentes progresistas, lo arregla así, simplemente. (José) Mujica también despierta esperanzas. Te cuento una anécdota de Mujica: estábamos en una cena hablando de varias cosas, con Hernán Patiño Meyer. En un momento, Mujica se me acerca al oído y me dice: “¿Sabés qué pasa José?, antes queríamos cambiar el mundo; ahora, si asfaltamos algunas calles estamos conformes” (se ríe).
(…)
–Volviendo a los partidos de izquierda y al llamado progresismo, como por ejemplo “Pino” Solanas. ¿Qué opinás del desconocimiento de los avances que pudo hacer el país desde 2001?
–En realidad preferiría no hablar de Pino, porque me iría de boca. Tengo mucha bronca con él, mucha bronca. Pino no para de subirse a estatuas. Desde La hora de los Hornos estaba bien, pero ya cuando después hace una película con todas las respuestas del viejo, va al exilio… Se puede hacer una política independiente apoyando a un gobierno que es sin duda lo mejor que podemos tener. Y si es lo mejor que podemos tener, y las elecciones están a seis meses, hay que dejarse de joder y apoyar este proyecto. Lo que pasa es que Pino quiere estar a la cabeza de algo importante, y eso “importante” es Proyecto Sur, eso es Pino en su personalidad, yo lo conozco bien. Además le debo muchos insultos, porque cuando se estrenó Eva Perón, con un guión que era totalmente mío, empezó a putear contra la película diciendo que agredía al general Perón, que parece propiedad suya. Otra cosa, recuerdo aquel proyecto del Imaginario Latinoamericano que quiso hacer en el ’89.
–Cuando tuvo aquella famosa pelea con Julio Bárbaro, el secretario de Cultura de Menem.
–Sí. Julio me llamó muy dolorido. “Pino anda diciendo que soy un corrupto”, me contaba. Bueno, al final se pelearon y vino “El Turco” y les dijo “no muchachos, esto es para mí” (ndr.: el lugar elegido para el proyecto era Galerías Pacífico, donde finalmente Carlos Menem instaló un shopping beneficiando a su empresario amigo Mario Falak).
–Hablemos de toda la oposición, porque también están la UCR, el PRO, la Coalición Cívica de Elisa Carrió. ¿Los ves desesperados por ocupar un nicho, nerviosos porque se dan cuenta que quedaron descolocados políticamente?
–El tema es que nacieron descolocados. Porque escuchame, “Ricardito” Alfonsín es un personaje patético, lo único que tiene es ser hijo de Raúl, y encima le dijeron “el bigote no te lo saques”. Para mí, ser hijo de alguien no es ningún rédito, y eso tiene la UCR; es decir, no tiene nada. Con respecto a esta mujer que yo no nombro, la señora con sobrepeso y de relación directa con Dios, no tiene idea de lo que es la política, ni de lo que significan las declaraciones públicas, ni de lo que es manejarse dentro de la sociedad civil. Te pongo un ejemplo definitivo: una persona que dice que Kirchner es Hitler sin los campos de concentración, y la cabeza no le da para darse cuenta que Hitler sin los campos de concentración no es Hitler, directamente no sabe pensar, querido…
–Vayamos a cuestiones semánticas: ¿hay una “derecha” hoy en la Argentina? Y si es así, ¿cómo está representada, y en qué se diferencian los que nombramos recién de esa derecha?
–Sí, por supuesto que hay una derecha. Cuando yo hablaba con Néstor en los primeros tiempos, le decía que la derecha necesita uno solo, y no apareció. Me refiero a que no apareció ese tipo que pudiera plantarse frente a Néstor y Cristina. Fijate cuando surgió (Juan Carlos) Blumberg, y recordá la fragilidad de Néstor, que creo que lo llevan a Río Gallegos con un problema intestinal. Ahí está la verdadera derecha, porque esa movilización la hizo Radio 10. La verdadera derecha está en los medios de comunicación. La revolución comunicacional son los medios, que atrapan tu subjetividad. Michel Foucault, cuando habla de sujetar al sujeto, no analiza los medios de comunicación, pero dice que el poder tiene la función de sujetar al sujeto, es decir hacer del sujeto un vasallo del poder a través del manejo de la información. Yo a eso lo llamo “el sujeto otro”, el sujeto que es otro de sí mismo, porque no es el auténtico sujeto, es el sujeto constituido desde afuera por los medios. Por eso la lucha contra Clarín tiene un gran sentido, un sentido te diría ontológico, para que no exista un medio tan enorme que pueda hacer que toda la población piense lo que ese medio quiere que piense. Porque la función de los medios es lograr que la verdad sea la que ese medio marca. Es una lucha por la verdad, y el que impone la verdad tiene el poder.
–Convertir aquello subjetivo en algo “objetivo”.
–Claro, por eso decía lo de la verdad del poder, lo que ellos tratan de imponer a través de los grandes diarios y hasta de los noteritos que mandan por ahí, bien adoctrinados con la idea del ALCA, de reducir el Estado, de dejar totalmente libre al mercado, de usar los salarios como reguladores de la economía, de no distribuir la riqueza. Bueno, ese es el plan de la derecha: rechazar los populismos latinoamericanos, abrirse a relaciones por ejemplo con Chile y alejar el “fantasma” de (Hugo) Chávez, o las “relaciones carnales” con los Estados Unidos, como muy bien dijo Menem. Con respecto a la pregunta de en qué se diferencia esa oposición de la derecha, te diría que en nada. Directamente “son” la derecha. ¿Cuántas veces la señora con sobrepeso estuvo de acuerdo con La Nación, y Pino con Clarín? ¿Dónde fueron cuando se hizo la concentración de la 125? Pino estuvo con la Sociedad Rural. Un tipo de izquierda nunca puede estar con la Sociedad Rural.
–Recuerdo una respuesta que Jorge Lanata le dio a Ernesto Tenenbaum, cuando le aclaró que él siempre estuvo a favor de los más débiles, y como en la puja Gobierno-Clarín el grupo era el débil, apoyaba a Clarín sin dudar.
–Mi respuesta es que Lanata está loco. Miente. Es muy sencillo, se miente. ¿Cómo va a considerar a Clarín algo débil? Me da pena que haya salido al escenario del Maipo con un plumero. Pero es muy piola, en vez de salir con plumas, como las vedettes, salió con un plumero. Qué piolada se mandó; ese muchacho cruzó la vereda del peor modo en la historia. Y en cuanto a Página/12, lo fundó, pero lo dirigió nada más que dos años… y al lado lo tenía a Ernesto Tiffenberg, así que ojo con atribuirle todo a ese tipo.
–¿Le tenés miedo a la palabra populismo, un término que muchos tienden a demonizar?
–No, para nada. Lo que pasa es que para la derecha es sinónimo de manipulación de masas, de agresión a las instituciones, de desprecio al parlamentarismo, de masas vacías. Ojo, porque también hay un toquecito de izquierda, que consiste en decir que el populismo tapa la lucha de clases. Y que no distingue dentro del concepto de pueblo los conflictos internos, los conflictos sociales, lo cual es falso. Comprendo que ellos sacan el tema del populismo para no nombrar tanto al peronismo. En el fondo son gorilas, porque como dice Horacio González, ser gorila es pensar a partir de un prejuicio. Vos tenés un prejuicio, un prejuicio casi visceral: sos antiperonista, y si sos antiperonista no podés pensar la Historia argentina, te la perdés. Fijate en mi libro: tiene todas las posiciones posibles, se enojaron todos, pero a su vez todos quedaron conformes. Dijeron: “Bueno, qué abierto”. Porque como el peronismo es tan basto, yo no tomé ninguna postura. Por ejemplo: el primer gobierno de Perón estuvo bien, pero de 1953 a 1955, una cagada atrás de otra. Se fue sin pelear, no como Salvador Allende, que murió en su puesto. Después, la resistencia peronista es gloriosa. En cuanto a los montoneros, bajo una dictadura como la de (Juan Carlos) Onganía es comprensible, pero la violencia desde el ’73 no tiene sentido, porque ya está el gobierno democrático de (Héctor) Cámpora. Y menos tiene sentido el asesinato de (José) Rucci, a partir de lo cual Montoneros se ilegaliza, y yo me voy con la JP Lealtad.
–¿Y Perón?
–A su vez Perón esta ilegalizado desde Ezeiza. Es un Perón siniestro, no tonto, pero siniestro, que viene a hacer la tarea sucia de los militares, incomprensible. El viejo le dijo a Jorge Antonio: “Yo llego, tomo un vaso de agua, un micrófono, pego dos gritos y todos los pibes se van a sus casas”. Era un megalómano infernal, ese sí que se creía Dios. Y en lugar de hacer política, de integrar, como lo había hecho siempre, no, le da el avance a (José) López Rega, admite la Triple A. Nadie puede decir que Perón no sabía lo de la Triple A. Yo esto te lo digo con mucha pena, con mucho dolor: ojalá se hubiera muerto en Madrid, es una tragedia que Perón haya vuelto.
–¿Por qué decís que últimamente resurgió el gorilismo? Convengamos que la palabra gorila estaba un poco olvidada.
–Por los Kirchner, porque acá hay una cosa importante que está en juego. Cuando Néstor dice “pertenezco a una generación diezmada”, ay mamita, ¿vos te imaginás todos los Grondonas, los Morales Solá? “Este es un montonero”, gritaron. Y vieron que efectivamente el gobierno se llenaba de setentistas,  lo que para mí es formidable. Por eso le va tan bien, es un gobierno muy inteligente, y ahí está la explicación de por qué mataron a tantos compañeros. Fue una generación como hubo pocas. Con el tema del gorila, hay algo que Eduardo Aliverti dijo perfecto: con Menem estábamos todos bien, estábamos todos de acuerdo, porque el monstruo estaba ahí. Pero resulta que acá viene un tipo que dice que es peronista, y que pertenece a los setenta, y entonces los medios empiezan a tirarle de todos lados. Por ejemplo las radios, ¡y los taxistas! Porque te digo una cosa: en este país, los taxistas son un instrumento ideológico. ¿Qué es el tacho ideológico? El tipo que mientras maneja te habla, te habla, te habla de cualquier cosa. Los tacheros se meten en política, y de repente te sacan un tema. “Voy a Talcahuano y Corrientes”, le decís al tachero, y lo primero que te contesta es “Y… si llegamos, fíjese que están los piqueteros”. Y uno no tiene ganas de hablar de eso, te tenés que hacer el burro. Con tacheros tengo varias. Una vez me subí a un auto y el tipo me habló de “esa negra infame”, por Cristina. Otro día lo putearon a “ese tira bombas de Kunkel”. Mirá, yo creo que hay una central que los adoctrina, una especie de Escuela de las Américas de tacheros (se ríe). El tacherismo,  además, estuvo adoctrinado durante muchos años por Radio 10. Pero no sólo los taxistas son el problema, no nos olvidemos que durante la dictadura, los autos tenían pegada la calcomanía de que éramos derechos y humanos. Hay que preguntarse un poco por las convicciones de nuestro pueblo.
–En la época de la comunicación y las distancias que se acortan, sin embargo le das importancia a la militancia territorial, al trabajo de base. ¿Por qué?
–Porque creo que los medios no están en manos nuestras; los medios están en manos de todo el poder mediático. Y porque no le tengo mucho aprecio a Internet, me parece que es como una cloaquita. Te cuento mi caso: hay un tipo que se hace llamar José Pablo Feinmann, tiene como 10 mil abonados, e incluso me manda cosas a mí. En la red por ahí creés una cosa, y andá a saber qué es. ¡Y los foros, escribe cada tipo, son impunes! Una vez un tarado hizo un foro porque yo escribí una nota cuando se murieron (Ingmar) Bergman y (Michelángelo) Antonioni, diciendo cosas horribles de ellos. Resulta que  abrieron un foro, y algunos estaban a favor de la nota. Lo increíble es que los que estaban en contra no argumentaban absolutamente nada, lo único que hacían era putear. Eso te demuestra el nivel de intolerancia y desconocimiento.
–¿Quién es para vos la “buena gente”, como dijiste en el programa TVR?
–La gente buena es la gente que respeta los Derechos Humanos, la que quiere reducir la pobreza, los que escriben buenos libros, los profesores, los buenos periodistas, los que no se dejan comprar.
–¿Que opinás del cachetazo de Graciela Camaño a Carlos Kunkel?
–Eso es impotencia, un verdadero acto de impotencia. Cuando vos no tolerás lo que está diciendo el otro, y no se lo podés refutar hablando, reaccionás de esa manera. Una piña nunca es un acto de justicia, es un acto de desesperación. Un acto violento por el cual vos tratás de intimidar al otro para que no hable más. “Le cierro la boca de una trompada”. No, lo que tenés que hacer es cerrarle la boca con argumentos. El Congreso es un recinto de la democracia, pero si vos vas y le das una piña a otro, ese lugar se convierte en el basural del barrio. No sé, esa mujer debe hacer artes marciales, porque mirá que hay que darle una piña a Kunkel (se ríe).
–¿Qué realidad imaginás en lo inmediato, teniendo en cuenta 2011 como año electoral y de reacomodamiento de piezas después de lo que pasó con Kirchner?
–Veo y deseo la reelección de Cristina, y la formación de un gabinete donde no falte Juan Manuel Abal Medina hijo, y al que Martín (Sabbatella) esté invitado, porque realmente es un tipo que demostró mucha inteligencia . Como decíamos antes: un tipo que conserva su identidad y a la vez no va a joder el proyecto. Quiero que siga ese proyecto, nacional, popular, autónomo, de soberanía, de intervención del Estado para que no haya injusticia social. Un proyecto donde el Estado no sea devorado por los poderosos, donde entregue créditos para que los pequeños puedan crecer, donde se impulse el desmantelamiento de todos los monopolios, donde se implemente la Ley de Medios, donde sigan desarrollándose los Derechos Humanos, y los juicios a los responsables de la dictadura. Te digo algo: la gente está enamorada de Cristina, por su entereza y por la manera en que siguió adelante».

(Leer completa la nota a José Pablo Feinmann haciendo click acá)

Tengan un domingo mágico y misterioso

In Bettie Page on 26 diciembre, 2010 at 0:01