por Nilda Allegri
Primero traspasó cartilago nasal pero luego la punta afilada de la cuchilla (eran veinte gemelas, acero sueco, mango de hueso) hincó el blando seso.
En un fractal de tiempo muy minimo estalló una luz sucia en su cabeza, sintió correr aguas de pis por las piernas, percibió lo caliente del intestino arruinando las enaguas del tutú. Podriamos afirmar que la cuchilla había hecho lo humanamente posible por tratar de equivocar el blanco cantado desde el inicio de la cosa.
Lo ultimo que Milena Jesenská pudo intuir fueron las ganas de la sangre por correr afuera del cuerpo y una vaga y mágica certeza de que iba a descansar de una vez por todas. Y luego nada.
Esto me parece de un mal gusto espantoso. Pero parece que ahora se usan estas descripciones cruentas al pedo como si fueran literatura. En verdad no lo son, no confundirse.
Eddie
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Querido Eddie: a ver haciendo un rapidísimo repaso y sin importarme la ortografía d los nombres: Rabelais, Gogol, Dostoviesky, ni hablar de Virgilio, Homero, Plutarco, más acá Jean Genet, Shekespeare ¿verdad?, ¡Julio Verne! (¿quién puede dejar de asociar los pensamientos de Miguel Strogoff cuando le queman los ojos frente a su amada con los pensamientos finales antes de la muerte? ¿Te acordás, verdad? Sí, yo también lloré leyéndolo). Sigamos. Edgar Allan Poe. Nuestro querido Bioy Casares en la inolvidable Guerra del Cerdo. Cortázar, por supuesto. ¡García Márquez! (cito de memoria el increíble comienzo de Cien años: «Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar la tarde en que su padre lo llevó a conocer el hielo»).
Para mi este texto tiene, fundamentalmente, resonancias faulknerianas. Es que la muerte, y vos lo sabés, es uno de los cinco temas recurrentes de la literatura mundial de todas las épocas: vida/muerte-amor-sexo-infancia-sentido de la vida.
Que la autora haya elegido el nombre de la Milena Jesenská para nombrar a su protagonista me pareció un acierto: ¿quién puede dudar que su relación con FK era un cuchillo clavado en su dulce frente?
Todo esto no quiere decir nada: el relato no te gustó y eso es válido. Sólo te digo las razones por las cuales a mi me pareció un buen relato de verano y fue publicado. Y además, como le dijo Lucy a Snoppy en inolvidable cuadro (Snoopy estaba shockeado porque no le habían publicado su novela) «Lo que has escrito no vale menos que un montón de otras cosas que aparecen hoy en día».
Te mando un abrazo.
Mario Rivas
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No entiendo la refutacion de un relato por su crueldad . Es mas,el presente relato es solo homeopaticament cruel si se lo compara con las palabras de Milena ante la muerte de Kafka.Escribió en un periodico (lo leí en Wiki cuando quise corrobar que el apellido no me engañara)que el kia era
«tímido, retraído, suave y amable, visionario, demasiado sabio para vivir, demasiado débil para luchar, de los que se someten al vencedor y acaban por avergonzarlo».
El nivel de crueldad de esas palabras hacen muy bien merecida la cuchilla en la nariz. Yo creo que es la misma cuchilla que la Milena uso para romperle el corazon a Frank.
todo es literatura, excepto la vida. Y a veces tambien.
Mario, te voy a escribir un relato realmente cruel para espantar a las viejitas democraticas. Un saludo: Gualter.
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No dije «cruel»; dije «cruento», esto es, inútilmente sangriento. Me hizo recordar a los informes de autopsia que yo tenía que redactar en el año de residencia que hice en la morgue (yo creía que quería ser patólogo pero reaccioné a tiempo). Y de esos autores que vos mencionás, Mario, no leí ningún informe de autopsia (lo más cercano sería Poe pero su irónica distancia transformaba todo en otra cosa -pienso en M. Valdemar, especialmente). Insisto -aunque sea insultado como «viejita democrática»-: no creo que esas descripciones sean literatura. Sólo apuntan a que las viejitas perdamos el apetito que supimos conseguir.
Eddie
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cuando parís, la cria llora, a empujones nace entre el pis y la mierda, enchastrado en sangre y cosas oscuras y ahi, en el terreno fanagoso de la cruenta vida y la cruenta muerte (un tabique tan debil) la cria llora. A mi me dame lo cruento, dame humores del cuerpo, dame vida. Y para las viejitas democraticas, un lorca.
¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Aparta!
Que si matarte pudiera,
te pondría una mortaja
con los filos de violetas.
¡Ay, qué lamento, qué fuego
me sube por la cabeza!
-¡Qué vidrios se me clavan en la lengua!
Porque yo quise olvidar
y puse un muro de piedra
entre tu casa y la mía.
Es verdad. ¿No lo recuerdas?
Y cuando te vi de lejos
me eché en los ojos arena.
Pero montaba a caballo
y el caballo iba a tu puerta.
Con alfileres de plata
mi sangre se puso negra,
y el sueño me fue llenando
las carnes de mala hierba.
Que yo no tengo la culpa,
que la culpa es de la tierra
y de ese olor que te sale
de los pechos y las trenzas.
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como autora del relato en cuestión leo con asombro los comentarios de mi amigo de blog, don Edgardo de california. Me da paja defender el relato pero me encanta eso que vos decis Mario, eso de los cinco temas. ¿eso lo inventaste vos?, bah, es imposible inventar nada… Es muy cierto.
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¡Qué voy a inventar yo!. Puede haber alguna obra maestra de la literatura que aborde también otro tema, pero dificilmente deje afuera alguno de los cinco mencionados.
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Con toda sinceridad, Nilda: se que relatos como el suyo están actualmente «a la mode» -y el suyo como tal es impecable, sin duda- pero bueno, mi distinguida amiga, quizás esta reacción mía sea otra señal de que mi vejez no sólo es física sino también estética. Usted perdone, pero me quedé en una época en que ese tipo de escritos eran «pour epouvanter le bourgeois» y tenían en todo caso un propósito político, nunca literario.
Eddie
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