Mi vieja es la Mima y es incansable. Tiene 70 años y participa 2 veces por semana en un coro; todas las mañanas sale de caminata con un grupo de jubilados; con otro grupo todos los martes se junta a realizar distintas actividades; va al cine; toma café todas las tardes con sus amigas y tiene tiempo para ver 678 y alguna que otra película por televisión. Además cocina, limpia su casa y atiende a cuatro gatos, dos perros y las plantas remanentes de un vivero que tenía. También una vez por semana se junta a ver los problemas del barrio en una «Casa compañera» y participa en las actividades que desde allí se generan.
La Mima también vende productos de PSA, la empresa que nació dedicada a los purificadores de agua y ahora ha diversificado su producción en productos tan disímiles como aceite de oliva y zapatos.
Hemos discutido mucho sobre su tiempo dedicado a PSA: yo tratándole de explicar que es una organización piramidal en dónde sólo los que están arriba logran hacer algún dinero (fundamentalmente ingresando nuevos peones a la estructura) y ella defendiendo a la empresa. Finalmente comprendí que es una especie de divertimento de mi madre vender purificadores de PSA: conoce gente, va a cursos de «capacitación», ocupa su tiempo en definitiva. Y está muy bien, eso la pone contenta y la hace sentir activa.
Esto que voy a contarles pasó hace tiempo, pero yo recién ayer me enteré.
«Las botellitas de PSA son un invento mío», me dice al pasar mi vieja.
«¿Cómo un invento tuyo?», pregunté intrigado.
Y entonces me explicó que ella usaba las botellitas de cualquier agua mineral pero les ponía la calco de PSA y las llenaba con agua purificada de PSA, «por supuesto». En una de esas reuniones de la empresa a las que asistió el dueño o un alto directivo, no recuerdo, se le acercó y le dijo: «Uds. deberían fabricas estas botellitas».
Al tipo le pareció genial la idea y de hecho desde hace años las fabrican y las venden con notable éxito.
Le pregunté a mi vieja si le habían dado algún premio por su aporte.
«Sí», me contestó orgullosa. «Me enviaron la primera botellita que hizo la empresa».