por Mario Rivas
Terminaba el año y uno no sabía qué hacer. Yo me daba cuenta de que estábamos viviendo momentos especiales, así que comencé a pegar recortes en el Cuaderno Azul, como una forma de dejarle un testimonio de los tiempos que vivíamos a mis hijos. El Cuaderno Azul fue el antecedente directo de este libro. Y vaya si sirvió: la mayoría de los documentos gráficos que ilustran esta parte están tomados de allí y Jimena (1) utilizó fotocopias del mismo para explicar en Brasil cómo habían sido los días de la crisis.
Pero hablaba de aquellos días, donde lo único que teníamos era incertidumbre y una sensación como de hastío y desgana en la boca. Y nuestro Presidente decía que era necesario “un click” (sic), que la gente se pusiera “las pilas”, en un claro intento de hacer recaer sobre nuestras espaldas la responsabilidad de que las cosas no marcharan.
Siempre fue igual con De la Rúa, siempre apeló a la estrategia de “victimización”, del “pobrecito de mí”. Así explicaba el psicoanalista Hugo Litvinoff lo que sentíamos los argentinos, en una nota de opinión aparecida días antes de que estallara todo.
Escribe Litvinoff: “la preocupación es cómo sobrevivir, cómo sostener lo que se tiene, cómo tolerar la agresión cotidiana. La patología es la depresión”. Y agrega: “La reacción no es dócil, sino depresiva, y alberga en su interior un sentimiento de bronca, una creciente hostilidad que aún no encuentra causes viables para estallar. En los tiempos que corren, los argentinos no sólo han disminuido sus ingresos o su seguridad: también han visto caer (y esto es lo más importante) su esperanza”.
Más adelante señala el titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina: “En la Argentina, la gente no reacciona porque está viviendo un proceso en el que ha perdido la esperanza, sabe que la larga crisis que se le impone y los continuos esfuerzos que se le exigen no son para costear una guerra inevitable, ni para mitigar los efectos de una catástrofe natural, ni para construir hospitales, ni escuelas, ni brindar asistencia a los marginados; es un esfuerzo que debe pagar con su calidad de vida, con su salud y con su esperanza para pagar los efectos de la ineficacia, la corrupción y la irresponsabilidad de quienes deberían administrar y cuidar el patrimonio de todos”.
Y finalizaba, premonitorio: “(…) en lo que respecta a la reacción psíquica es muy posible que la depresión y el malestar cedan paso a otras respuestas”. (“Entre la depresión y la bronca”, La Nación, 9 de didiembre de 2001).
Diez días más tarde explotaba todo.

Hasta último momento De la Rúa intentó retener a Domingo Cavallo como ministro de Economía. Sólo le aceptó la renuncia cuando ya era totalmente insostenible. Dicen que Cavallo huyó de la Casa Rosada portando una máscara de sí mismo, de esas que venden en las casas de disfraces. (Tapa de La Nación, jueves 20 de diciembre de 2001)

Escenas como ésta se multiplicaron a lo largo del país. Incluso La Nación publicó un "Mapa de la violencia" el día 20 y otro el 21. En el primero sólo se registraban incidentes en 8 provincias. En el publicado el viernes 21 los incidentes se expandieron a 22 provincias de las 24 con que cuenta el territorio nacional. (La Nación, jueves 20 de didiembre de 2001)

Una foto significativa de la impotencia de las fuerzas policiales para contener el desborde de la gente. (La Nación, jueves 20 de diciembre de 2001)

Renunciaba De la Rúa y comenzaba una seguidilla de presidentes estableciendo un triste record mundial: 5 presidentes en menos de dos semanas. (La Nación, viernes 21 de diembre de 2001)
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*Este texto pertenece al libro inédito del periodista Mario Rivas “Diario de la Guerra. Crónicas de una familia argentina”, escrito entre Febrero del 2002 y Mayo del 2003.
Los textos de este libro se pueden encontrar en esta página bajo la etiqueta: «Familia Argentina».
1. Hija del autor (N del E)
Que bueno que volvió a Salir » Diario de Guerra» ! XD
Lo esperaba !
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