por Mario Rivas
Enorme galpón, como un hangar o un estudio de cine de los de antes. Cerca de la puerta, sobre unos cajoncitos de madera, estamos con Marilyn, charlando y fumando, un tanto cansados porque veníamos de una jornada que se había extendido más de lo previsto.
Mirando a la gente que intentaba ingresar al galpón y era detenida por unos policías, hablábamos de cómo todos queremos trascender.
Creo que ambos nos sentíamos insignificantes en ese momento.