Una publicación efímera, como todo

Mi doña Ofelia, el dengue y las patas de pollo

In Opinión, por María de la Paz. on 20 febrero, 2013 at 14:02
Collage de la autora sobre una vista desde el lavadero en la casa que habita en Caracas.

Collage de la autora sobre una vista desde el lavadero de la casa que habita en Caracas.

por María de la Paz (desde Caracas)

Hoy decidí tomar con humor la bienvenida que le dieron los virus extraños a mi genética de plantita serrana. Sí, porque llegar a una playa es bastante diferente a llegar a una ciudad en la que viven, además de una gran masa de verde, una gran masa de cemento, una gran masa de hierros en cuatro ruedas y una gran masa humana. Y en esta ciudad vive una gran masa invisible de virus que a los pingüinos y peperinas no nos sientan nada bien, evidentemente.

En toda mi vida me había enfermado tanto y tan seguido, lo más que había sufrido era un catarro una vez al año. Pues a las dos semanas de pisar el suelo del oro negro, el dengue tocó mi puerta. Claro, creí que era un resfrío, pero cuando empezó a ponerse la cuestión color de hormiga porque no podía mover bien las articulaciones, estaba revolcándome en la cama de los retorcijones que sentía, y la fiebre me estaba haciendo ver elefantes rosas, descubrimos que era dengue.

Por estos lados decir que te dio dengue es lo mismo que decir que se te encarnó una uñita del pié: “¡Ah, Dengue!” Como no hay mucho para hacer, más que controlar la fiebre con cualquiera de las alternativas de acetaminofén que hay en el mercado, meterte a la ducha fría si pasa de 39 grados, y tomarte cual princesa todos los demás dolores, ahí iba … la mejor de las princesas foráneas, porque a todos el mundo que he conocido en estos siete años le ha dado dengue no una si no cuatro o seis veces, y nada, la cura mágica que no sé en qué radica, son ¡las patas de pollo!, ¡¿vieron?!! Puse la misma cara.

De mi dengue salí con varios kilos menos, eso sí, de esa grata experiencia surgí un poco más tarada, persiguiendo cada mosquito que pude. Y ni les cuento cuando el dengue le llegó a la princesa de la casa que en ese entonces (el año pasado) tenía dos años. Fue vertiginoso el embate del día a día, las plaquetas pico abajo, y por su edad los chequeos eran diarios, o sea todos los días durante una semana sacándole muestras de sangre, a ver cómo evolucionaba. Parece que luchar contra un monstruo invisible es una guerra contra cinco de su “especie”, hasta donde sabíamos había entonces cinco cepas diferentes de dengue entre las que está la hemorrágica incluida, ¡esa sí que es mucho más peluda! Y hasta que no manifiesta sangrado por algún lugar no se puede hacer nada. Ahí iba la princesa dando su guerra, igual las plaquetas no subían, patas de pollo no se encontraban por ningún lugar de por acá, donde se encuentran es en los lugares populares, ¡y vaya a saber donde!

Y como las casualidades no existen, estábamos a un día de tener que internar a la peque, me crucé con una señora que hace trabajo doméstico en una casa por la cual pasamos en nuestras caminatas diarias y me pregunta por los chicos, le comento y me dice: “No se preocupe, mañana tempranito, antes de ir a lo de la señora Irene, paso y le dejo unas patas”, le agradecí mucho el gesto, porque además de que se ofreciera a ayudar, tomarse el trabajo y la molestia de ir a buscarlas, comprarlas después de salir de su trabajo de todo el día no tiene precio. Y mas valioso aún que la promesa fue el que tocara el timbre a primera hora de la mañana, bastante antes de que saliera el sol, por lo que dije para mis adentros: “¡Esta negra vale oro!, ojala todos hiciéramos algo así por los demás “.

Mi negra Ofelia, mi doña Ofelia, como yo le llamo, cayó con dos bolsas de patas de pollo, ya pasadas por agua hirviendo para sacarles el cuero, le había sacado las uñas y todo, y además no hubo manera de meterle por ningún bolsillo el dinero para pagárselas. Estaban listas para usarlas en el caldo mágico contra dengue. Fue así que, creer o reventar, comenzaron a subir las plaquetas de Anastasia. Claro, cuando me dio a mi el dengue tomé el caldo, pero supuse que me había mejorado porque así debía ser el transcurso de la enfermedad; pero ahora con análisis de sangre de por medio constataba la evolución científicamente si se quiere.

Hasta ahora sabemos que uno no queda inmunizado, y que además te podés agarrar cualquiera de las otras cepas que existen dando vueltas, así es que como mamá, me he vuelto paranoica, sigo prestando atención a cualquier manchita en la pared que pueda parecer mosquito. Ya los estornudos no sé como terminan, hasta ahora todos lo han hecho con vías únicas tomadas y con antibióticos, inhalador, acetaminofén para la fiebre, antialérgicos porque también aprendí que después de las tres de la tarde el sistema inmunológico comienza a descender.

A pesar de que en Córdoba, cuando hace calor, hay mil veces más mosquitos que en esta zona de Caracas, jamás tuve dengue. La cuestión es que ahora con los retoños de peperina y quien les escribe (al papá no le hace mucha agua ninguna de estas pestes), ya no contamos las veces al año en que nos enfermamos, ahora contamos cuántas veces al año estamos sanos. Por acá los resfríos no son resfríos y los mosquitos no son mosquitos. Son un lobo jugando en el bosque, y adivinen quiénes son las caperucitas.

De las otras pestes, de las intestinales, por decoro ni les voy a contar.

Con un gran y apestado abrazo me despido hasta la próxima.

P/D: Sí, ¡también llegó Chávez! Continuará.

  1. doña Maria, ¿vio eso del Martìn Fierro? aquello de vaca que cambia querencia se atrasa en la pariciòn, debe ser verdad nomas. Si bien nuestra parcela es el mundo, parece que nos inmunizamos a los males del pago chico y que estar en armonía con nuevos lugares nos cuesta un cacho.
    Pero los humanos podemos cambiar, algun dia los mosquitos no le van a hacer ni mu.

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  2. jajajaja Doña Morgana sabias palabras las del Martin Fierro, mientras no me vengan mosquitos grandes como una vaca !!! Como no hay mal que por bien no venga en este intercambio de sabidurías, ahora podemos tomar caldo de patas de pollo!! Me encantó su comentario un gran saludo pues.

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  3. Me encantan tus escritos, me hacen sentir un poquito en la tierra que me vio nacer y otro poquito en los pagos que me adoptaron. Un gran abrazo a los 4 fantásticos.

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  4. Tantísimas gracias querida Adriana !!! Que alegría saber que te han gustado estas sencillas crónicas del día a día en este tu terruño amado. Un gran abrazo y gracias por estar.

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  5. Me encanta como escribes Mari!!! Y conosco esa vista verde desde tu casa jejeje Besos a los 4!!!

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  6. Hola Mari! La verdad es que disfruté mucho tu relato. Tiene ese toque de humor que te caracteriza. Siempre poniéndole buena cara al mal tiempo. Siempre escuché del dengue y dije: pero si mosquitos hubo toda la vida. Eso antes no existía. Igualmente trato de tomar todas las medidas preventivas, pero uno siempre piensa que eso no le va a pasar a uno. Me alegra que te hayas mejorado. La verdad es que tu relato me lo hizo sentir muy de cerca al tema, por lo que ahora voy a prestar más atención a la situación. Gracias por el consejo de las patas de pollo. Lo voy a tener en cuenta siempre, por las dudas. Después pasame la receta, porque ni de verduras cocino sopas en casa jajajajajaja pero a esa la hago sí o sí ante cualquier duda jajajajaj. Me alegro que te hayas mejorado. Cuidate mucho y espero con ansias tu próxima carta. Besos y abrazos!.

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  7. Que bueno Andree que te gustó, y que bueno que escribieras !!! jajajja La ventana del lavadero justo ayer que tome la foto no se veía ni una iguana jajajaja Gracias Andre besitos super apretadooos para los 4 también.

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  8. Holaaaa Soleee Que bien que disfrutaste el relato, y el humor tambien jajjaa es que sino no se puede verdad? Gracias por el tiempo que te tomaste en leer y escribir este comentario tan sincero. Todo un tema el dengue, justo cuando estaba terminando la carta, leí que en Cordoba hay un brote de Dengue confirmado, y que van a fumigar! Bueno al menos van a hacerlo, lo importante es tomar conciencia como en tu caso sobre que a todos nos puede pasar, nada mas cierto mi querida Sole.Y si mejorado mejoré, lo que no mata engorda aunque no se me nota por donde jajajjaa Un besote gigante

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  9. Hola María de la Paz: me encantó tu relato, muy interesante…no pude parar hasta terminar de leerlo.Me identifiqué bastante porque en Córdoba, al menos en mi casa, no sabemos que líquido poner para ahuyentar a los mosquitos…se está hablando del Dengue aquí también, aparte las ronchas que dejan esos insectuchos, es de terror!!!
    Te mando un beso, suerte una abrazo para vos y tu linda familia.

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  10. Angélica que linda !! dedicaste este tiempo a leer mis cartas. Es todo un tema para nosotros en Argentina, por eso me llamó la atención de que cuando me dió a mí mi dengue, y años después a Anastasia a nadie le preocupara demasiado, mas bien era un aahhh mirá vos, algo así, y yo andaba trepada por las paredes. Parece que el convivir con una enfermedad así las hace mas «normales» entre la población. Era solo de ponerle el pecho a la cuestión como cuento en el relato y mantener los signos viatles lo mas estables hasta que pasa; o NO jajajja ahí es cuando hay que correr. Te quiero mucho como siempre y te agradezco este momento de compartir, gracias por los besos a mis locos jajajaja. Besos =)

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