
«La presencia física de muchos políticos opositores fue un dato nuevo, pero que nada aportó a la articulación del discurso, tarea fundamental de la clase política. El relato opositor sigue tristemente definido por el consignismo de la prensa hegemónica y mantiene una coherencia absoluta», plantea Claudio Scaletta en esta nota.
«Este artículo fue escrito casi en simultáneo con la protesta opositora del pasado jueves.
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El dato fuerte es que, al igual que en septiembre y noviembre, los sectores populares no estuvieron allí. De nada valieron las crónicas guionadas de algún canal de cable, o las declaraciones editadas, el componente de clase de la movilización fue innegable. No es ni bueno ni malo, es un dato. Y si bien el peronismo es un movimiento policlasista, quienes se movilizaron el jueves nunca fueron la base social del actual gobierno. Si algo volvió a mostrar la protesta fue la dispersión y la impotencia opositoras. No fue, sin dudas, una manifestación de pérdida de apoyo popular a CFK. Mucho menos la unificación de la “mitad del país” que no votó al oficialismo.
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Mientras el proyecto político del kirchnerismo enfrenta el desafío de avanzar a un estadio superior de desarrollo para sostener la vía inclusiva, la de la industrialización sustitutiva, con aumento de la productividad, autoabastecimiento energético y una mayor eficiencia del aparato de Estado ampliando servicios, el grueso de la burguesía local cree que el camino a seguir es diametralmente opuesto. Ese camino es el que reserva el establishment internacional para países como Argentina: la especialización agraria y de algunas commodities.
Más allá de las cuestiones de forma, del dato de color de las señoras ociosas marchando con sus mucamas, de la supuesta corrupción generalizada, de los análisis de la puja del poder por imponer su verdad a través de los medios todavía hegemónicos, de la amenaza a la República, lo que sigue bajo fuego es el modelo de país. El déficit del actual proyecto político no está, como suele mostrarlo la calle y repetirse en las urnas, en su relación con los sectores populares, a quienes beneficia y en quienes se sostiene, sino en su relación con la alta burguesía, que simplemente tiene otro proyecto».
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