por Jorge Felippa
El pasado domingo 7 de julio durante un partido de fútbol de la quinta división de la Liga Cordobesa de Fútbol, que integran jugadores de 14 a 16 años, en la cancha del Club Libertad, en barrio Chacra de la Merced de la ciudad de Córdoba se enfrentaron Libertad y Juvenil, de Barrio Comercial.
En medio de un disturbio originado en el campo de juego Cristian Emiliano Monti (16), arquero de Juvenil -de Barrio Comercial- recibió una golpiza y patadas en la cabeza por parte de tres rivales. Desde entonces está internado y su estado es gravísimo, aferrándose a la vida en la terapia del Hospital Córdoba. Mientras tanto, las madres de los tres chicos presos, acusados de haberlo golpeado, concurrieron a Tribunales I a pedir las liberaciones de sus hijos. Los tres jóvenes, todos de 16 años, se encuentran imputados por lesiones graves y permanecían alojados en el Complejo Esperanza, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia. Sus madres y otros familiares denunciaron que los chicos “fueron golpeados” en ese establecimiento para menores, al tiempo que hubo intentos de robos de prendas y los amenazaron con “púas” caseras.
Semanas después, el juez en lo Penal Juvenil de 4ª Nominación de Córdoba, José González del Solar, a cargo de la investigación por «lesiones gravísimas», ordenó liberar a los adolescentes detenidos por la agresión. Para el magistrado, la pericia médica «no ha permitido establecer suficientemente que haya una relación de causalidad entre los golpes que el arquero habría recibido durante una riña suscitada entre jugadores y el muy grave estado de salud que lo mantiene desde entonces hospitalizado». De acuerdo con fuentes judiciales, Monti padecía problemas cardíacos con anterioridad a la pelea.
II
En sólo dos días, el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) recibió más de 12 pedidos de intervención por supuestos casos de acoso en escuelas de la provincia de Córdoba. Los llamados se incrementaron a raíz de que se conociera públicamente una denuncia de bullying en una escuela religiosa de Alta Córdoba, de la capital provincial. La información fue confirmada por Jesús Monserrat, asesor legal del Inadi en Córdoba.
“Algo similar nos pasó cuando se conoció el caso de discriminación en un boliche de la ciudad de Córdoba. La gente se sensibiliza y se anima a denunciar. En dos días, el teléfono no paró de sonar. Nosotros pedimos que las llamadas no sean anónimas. Que la gente no tenga miedo y brinde la mayor cantidad de detalles”, explicó Monserrat.
Los más de 12 casos fueron receptados entre el jueves pasado y el viernes. De ellos, siete son pedidos de intervención en el Instituto Nuestra Madre de la Merced (conocido como “Mercedarias”), foco de conflicto esta semana a raíz de la denuncia de unos padres. A partir de la denuncia, otros seis familiares se animaron a denunciar casos de acoso en la misma escuela.
El Inadi actuó de oficio esta semana en la escuela religiosa de Alta Córdoba y citará a las partes. Los padres de un alumno que asiste a esa institución denunciaron que su hijo fue víctima de bullying o acoso escolar. El chico tiene 13 años y durante todo el ciclo lectivo fue “cargado” por su aspecto físico.
Los familiares denunciaron el hecho ante las autoridades de la escuela, pero no obtuvieron respuestas. Luego acudieron a los medios de comunicación, con su consiguiente repercusión. A raíz de esta denuncia, ¡la escuela sugirió a los padres no matricular al alumno para el curso lectivo del año que viene! También intervinieron el Ministerio de Educación provincial y la Junta Arquidiocesana de Educación Católica de Córdoba que ofreció ayuda a los papás.
III
Un alumno de quinto año de un colegio de Pontevedra, partido de Merlo, abrió fuego en medio de una clase la mañana del viernes. Fuentes policiales informaron que el adolescente efectuó varios disparos, pero no se registraron heridos.
El hecho ocurrió en el Instituto Bernardino Rivadavia, al oeste del conurbano. El alumno sacó de su mochila un arma calibre 22 y «disparó tres o cuatro veces dentro del salón.» Los disparos impactaron en un calefactor y en las paredes, sin registrarse víctimas entre los alumnos, que salieron corriendo del aula, desesperados.
Desde el entorno del agresor contaron que el arma no pertenece a ningún integrante de la familia. Por su parte, el Secretario de Educación de Merlo informó que se trata de «un hecho totalmente aislado, que no tiene antecedentes», y aclaró que el joven no era víctima de violencia por parte de sus compañeros, como circuló en boca de algunos padres. «No fue un caso de bullying«, expresó el funcionario, y remarcó que «todas las autoridades están sorprendidas por lo ocurrido».
IV
Este viernes supe de otro hecho de violencia entre alumnos en una escuela de la ciudad de Cosquín. La noticia conocida a través de una radio local, hablaba de una pelea entre alumnos de primer año en el IPET, (la Técnica, para los vecinos). A través de una fuente oficial, conocí que en realidad se trató de la derivación desgraciada de un juego “de moda” entre los adolescentes: aplicarse mutuamente “la llave del sueño”. Para quien no lo sabe ¿el juego?, consiste en apretarse la arteria carótida algunos segundos para provocarse un breve desmayo. Dicha técnica, usada como recurso por los karatecas, y también para provocar más placer durante el acto sexual, si se aplica durante más de ocho a diez segundos, puede derivar en un síncope.
¿Qué tiene de especial esa región del cuello? Las arterias carótidas son las principales arterias que irrigan al cerebro. Salen de la aorta y suben por los laterales del cuello hasta la cabeza. Como el cerebro se encuentra irrigado por estas arterias principalmente, cuando se da el bloqueo de éstas o no llega suficiente sangre por alguna otra razón, se produce la pérdida de consciencia o síncope.
Esto tan peligroso en manos inexpertas de adolescentes, derivó en que el alumno se desmayara, golpeará al caer y debió ser internado. Por suerte el susto no pasó a mayores y el chico está fuera de peligro. Pero la autoridad me decía que a esto juegan los chicos, buscando emociones fuertes, en los baños de los colegios, en las plazas o en sus lugares apartados de reunión.
V
¿Qué nos están diciendo los adolescentes? Son casos en apariencia, diversos, que sólo tendrían en común la edad de los protagonistas. Pero a diario, por los medios o el boca a boca, sabemos de tantos otros sucesos donde la violencia, verbal o física, es el lenguaje que ejercen los adolescentes entre sí y con nosotros, los adultos, ya seamos padres, maestros o ejerzamos algún tipo de autoridad.
No hay sector o clase social a salvo de estos niveles de agresividad que, debemos admitir, no nació con ellos. La aprehendieron o “mamaron” en nuestros hogares, de nuestras conductas, y de lo que les dejamos ver o mirar en la tele, en “la play”, en internet, en los celulares, es decir en todo eso que, de acuerdo al bolsillo y la ideología, les pusimos o dejamos a su alcance. ¿O no sabemos acaso que aquello que “consumimos” termina por consumirnos? ¿Qué leen o dejan de leer de nuestras conductas como padres, profesionales, comerciantes, maestros, políticos, estos casi niños que ¿eligen? estas acciones para vincularse entre sí?
Las preguntas son infinitas, y los especialistas: psicólogos, médicos, docentes, sociólogos, autoridades políticas, deben tener algunas respuestas que no solo sean discursos. Y los padres, estar dispuestos a mirarnos en un espejo que acaso nos devuelva una imagen, que hasta hoy no quisimos admitir.