Viaje a Zenón Pereyra y San Carlos Centro (en Santa Fe) y a Victoria (Entre Ríos)
Parte II
por Mario Rivas
Desconfianza al partir, desconfianza al llegar. Un solo nombre y un teléfono desactualizado. Gentiles cartelitos indicativos para los escasos visitantes. Dificultades para encontrar alojamiento y tomar un café.
Día 1. Llegando al primer destino
«Voy a Zenón Pereyra», contaba yo. Y las respuestas iban desde el «¿Y eso dónde queda?» hasta, si por casualidad habían visto el cartel de ingreso al pueblo en la ruta 19, el «¿Y qué se te ha perdido ahí?». Es que, a menos que seas camionero y tengas que hacer una carga por la zona, nadie va a Zenón Pereyra. Cuando explicaba que iba a conocer la historia de la Scudería Bucci y además visitar sus casas y su cementerio con improntas masónicas, los interlocutores seguían desconfiando: «¿Un corredor de F1 en plena pampa gringa?» «¿Un tipo que armaba en medio de la nada sus propios autos de carrera?». Entonces yo les contaba por arriba lo poco que sabía y siempre finalizaban con la misma pregunta: «¿Y cómo yo nunca me enteré si soy de la zona?», «¿Y cómo yo nunca me enteré si amo los autos de carrera?», «¿Y cómo yo nunca me enteré si…?». La desconfianza parecía signar este viaje.
Hasta los propios zenonpereyrinos desconfían del visitante: lo primero que te preguntan es cómo te enteraste de la existencia de su pueblo. A partir de la cuarta vez que tuve que responder esta pregunta juro que en las siguientes me tentaba de decir: «Me lo dijo Adela», como en la vieja canción mexicana.
Para ser sinceros, yo tenía una vaga referencia de la Scudería Bucci y de las características del pueblo. A pesar de que existe buena información en Internet no quise empaparme demasiado y decidí descubrir todo con la menor cantidad de criterios preconcebidos posible. Nunca pensé que me iba a sorprender tanto.
Llegada en plena siesta
Zenón Pereyra se encuentra en la provincia de Santa Fe, a unos 35 km de San Francisco (Cba). Se toma la ruta 19 hacia el este y a unos 20 Km se ingresa a la ruta 20 hacia el sur.
Llegamos a Zenón Pereyra alrededor de las 15:30 hs, en plena siesta del pueblo, ni que decirlo. Lo primero que llama la atención es la pulcritud del pueblo. No solamente limpio: pulcro, ordenado, canteros llenos de flores de invierno y carteles indicativos de cada negocio o institución que existe en cada calle.

Los cartelitos indicativos en Zenón Pereyra se alzan a unos 60 cm del suelo y tienen unos 30 cm de ancho por 40 cm de alto, aproximadamente.

Cartel con el Escudo de la Provincia «Invencible» de Santa Fe (ver comentario al final de esta nota de la lectora María del Valle Coalova a raíz de una errata ya subsanada) .
Ya desde el auto comenzamos a ver las primeras casonas de Zenón Pereyra, realmente muy bellas aunque no nos detuvimos a mirar sus detalles.
A pesar de la siesta encontramos abierta un ferretería industrial. Entré y pregunté por el Museo y el encargado me indicó que tenía que hacer un par de cuadras hasta la vieja Estación del Ferrocarril. También le pregunté si había algún lugar donde pasar la noche y me informó que al frente de la Estación había un almacén, lo de «la Turca», que suele dar alojamiento. Fuimos hasta la Estación para encontrar sus puertas cerradas, como era lógico. Así que nos cruzamos a lo de «la Turca» para ver si encontrábamos lugar para pasar la noche en el pueblo. Y ahí, caminando, nos encontramos con la primera casona con clara simbología masona en su fachada.
Difícil encontrar alojamiento en Zenón Pereyra
Encontramos a «la Turca» tejiendo detrás de su mostrador. Saludamos y le comentamos que nos habían dicho que daba alojamiento y si era posible pasar la noche allí.
-Nooo. Ahora la tengo ocupada a la pieza-, nos informó. Pero Uds ¿hasta cuando se quedan? Porque en una semana se me desocupa.
Volvimos a la Estación a ver si ahora teníamos suerte y la encontrábamos abierta. Seguía igual. Una chica en bicicleta nos informó que abría por la mañana y nos dijo cómo llegar al Museo Bucci, que se encuentra cruzando las vías del tren. Llegamos al Museo y nos encontramos con la misma situación: cerrado a cal y canto.
Golpeamos en la casa vecina, en donde funciona una especie de peluquería, y la dueña nos dijo que lo llamáramos al intendente actual e incluso nos dió su número telefónico.
Buscando a Adriana Gieco
El único dato que teníamos era el nombre de Adriana Gieco, una especie de encargada de Turismo de la Comuna, y un teléfono que nos daba constantemente ocupado. No fue difícil averiguar dónde vivía: se trata de una de las casonas de la calle principal. Allí nos atendió su esposo y nos dijo que la buscáramos en la Comuna. Llegamos, encontramos a Adriana en plena reunión y luego de la sorpresa inicial de que conociera su nombre y las preguntas de rigor nos pidió que la esperáramos un momento. Unos veinte minutos después salió de la Comuna y nos dijo que la acompañáramos hasta su casa a buscar las llaves del Museo Bucci.
Un museo de nivel internacional en medio de la pampa gringa
La visita al Museo Bucci y la sorprendente historia de la Scudería del mismo nombre se las cuento en la próxima nota. Mientras nos mostraba el Museo, Adriana hizo las gestiones para conseguirnos alojamiento y lo consiguió en la casa de la madre del intendente electo. Asunto resuelto. Pero caía la noche y decidimos antes de desembarcar conocer el Cementerio. Hacia allá partimos.
Una petit Recoleta
Lindo ingresar a un cementerio cuando ya caen las últimas luces del día y empezaba a soplar un viento sur bastante frío. Hicimos una recorrida general no saliendo de nuestro asombro ante los panteones que veíamos. No es muy grande el Cementerio, ni intrincado, pero así y todo en un momento Mariana se perdió entre sus calles. Por suerte muchos ángeles nos estaban custodiando y volvimos a encontrarnos. Ya era de noche y dejamos para el día siguiente una nueva visita a fin de fotografiar los panteones y sus detalles.
Desensillando en Zenón Pereyra
Volvimos a buscar a Adriana que nos llevó a la casa de Eva, la mamá del intendente electo Germán Schalbetter. Germán es un joven maestro de escuela de unos 35 años, que ganó holgadamente las recientes elecciones comunales al frente de una lista del Frente Progresista Cívico y Social, la coalición gobernante en la provincia. Se disculpó reiteradamente por las comodidades que nos podía ofrecer y le reiteramos, sin ver el lugar que nos habían preparado, que no importaba en lo más mínimo. Le dijimos que íbamos a comer algo y nos indicó cómo llegar a «La Taty», el único lugar que día martes de noche podía estar abierto. El otro lugar es la Sociedad Italiana, pero abre básicamente los fines de semana.
Queso y Chorizos en «La Taty»
«La Taty» es un acogedor comedor hacia el oeste donde termina el pueblo. Nos ofrecieron una picada y cazuela de albóndigas. A Mariana le causa mucha gracia que en la zona al salame se le llame «chorizo» así que pidió la picada y yo la cazuela. Cerveza Santa Fe, bien helada. Porciones abundantes. $170,ºº nos salió la cena (con dos porrones de la rubia santafecina, claro). Partimos entonces en busca de un lugar dónde tomar un café ya que en «La Taty» no había.
En busca de un café
Bajé en «El Bunker», un bar de ingreso por un pasillo con juegos electrónicos que al final se abre a un salón, pero nada de café. Allí nos dijeron que el único lugar del pueblo en donde tomar un café express es en la Estación de Servicio Esso, pero que cerraba a las 20 hs. Es que Zenón Pereyra es un pueblo que se despierta a las seis de la tarde (después de la siesta, claro) y tres horas después ya no queda nadie en sus calles. Nos dijeron que quizás en el Bar Ideal, a dos cuadras, podríamos encontrar café pero «de pava». Hacia allá nos dirigimos.
El Bar Ideal está en el mismo edificio en donde se encuentra la Biblioteca Popular y por sus antiguos mostradores y estanterías dan cuenta de un pasado más próspero. Hoy está muy limpio y ordenado pero aparentemente funciona más como salón de fiestas que otra cosa. Así me lo confirma su propietario, Norberto Altina, que lleva 44 años al frente de su bar. «En verano se trabaja bien con el chopp», me repitió un par de veces. Nos preparó dos cafés instantáneos ($10,ºº) y partimos a la casa de Eva. Allí todavía nos estaba esperando Germán, el intendente electo, para mostrarnos el lugar que nos habían preparado. Se trataba de un departamento que da a un hermoso patio lleno de árboles y que había utilizado la abuela ya fallecida: una cocina comedor, botellón de agua («Aquí hay problemas con el agua potable», nos dice Eva), una cocina, pote de café instantáneo, azúcar, tazas, una habitación con dos camitas (que fueron las más cómodas que tuvimos en todo el viaje), un baño con calefón eléctrico y un split para calefaccionar. Un lujo, realmente. Y Germán y Eva permanentemente disculpándose por lo que nos brindaban.
Era el momento de descansar y asimilar un poco la cantidad de información que habíamos descubierto en el pueblo de Zenón Pereyra.
Hola:
Me encantó el post, pero quisiera hacerte una aclaración. El escudo que tiene el cartel que indica dónde se encuentra la comuna es el escudo provincial (no es el escudo comunal), es decir, el escudo de la provincia «Invencible» de Santa Fe.
Las flechas con las puntas hacia abajo y la lanza con la punta hacia arriba representan, respectivamente, el triunfo de las armas del conquistador español sobre los aborígenes. Las diecinueve estrellas de oro son alusión al número de departamentos en que se halla dividida la provincia. Zenón Pereyra se encuentra en el centro-oeste del departamento Castellanos, cuya cabecera es la ciudad de Rafaela. Los gajos de laurel representan la autonomía provincial. La cinta celeste y blanca recuerda las guerras de la Nación y sus victorias. La cinta de gules (cinta roja que ata la lanza y las flechas), son símbolo del federalismo. El apodo de «Invencible» data de la época de las luchas entre Unitarios y Federales, luchas en las que mi provincia tuvo un papel preponderante de la mano del caudillo Brigadier General Estanislao López.
Espero la segunda parte con ansias. Saludos,
María del Valle Coalova
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Muchísimas gracias María del Valle. Ya mismo arreglamos el error.
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