por Mario Rivas
Una compañera, soltera, sin hijos, de buen pasar económico, sin padres a cargo y muy pero muy consumidora me cuenta hoy que les está comunicando a sus proveedores que comenzó su «plan de achique de gastos». Le pregunto qué es eso y me cuenta que le ha comunicado personalmente a la peluquería, al delivery de pizzas, al de lomitos, a la empresa de taxis y a la empresa de remises, entre otros, que si ellos votan proyectos que la joden a ella se ve en la obligación de recortarles sus servicios. «Yo soy muuuuy buena consumidora», me aclara sin necesidad porque la conozco y sé que es verdad.
Le pregunto que respuestas ha tenido. «Abren los ojos», me cuenta, «no me creen. Les suena a amenaza. Pero yo de acá al 22 desaparezco para ellos».
Y la frutilla: mi amiga llamó al banco y les dijo que le preparen todo que el lunes quiere cerrar su cuenta. «¡Pero no!», le contestaron, «Nosotros los contratos los cumplimos». «Mirá querido», me cuenta que les respondió, «Cuando el Banco Central baja una orden Uds. la cumplen y nos jodemos los clientes. Preparame todo que el lunes voy a cerrar la cuenta».
«Es que», me dice mi amiga, «yo soy una trabajadora que da de vivir a unos cuantos. ¿Me joden con su voto de cambio? Bueno, ¡cambio yo también entonces!».
Rivas: Dale un fuerte abrazo a tu amiga de parte mía. Me emocionó su actitud.
Abrazo.
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