por Mario Rivas
“Nunca preguntés de qué está hecha una croqueta”, eso me enseñaron hace muchísimos años, cuando nació mi amor por estos maravillosos tentempiés.
Y tenía razón quien me dio ese consejo: básicamente la croqueta nace para utilizar las sobras de comidas anteriores. Por supuesto que luego surgieron las que podríamos llamar “croquetas gourmet”: de acelga, de pollo y la Reina de las Croquetas, la Bomba de Papa. En ellas sí el ingrediente principal está claramente identificado. Pero en el batallón de croquetas proletarias ni se sabe ni se pregunta de qué están hechas: se las disfruta y se agradece mientras calman el hambre.
“La croqueta” me enseñaba mi gran compañera de comilonas y chupadera que fue la Nena Tusi, “debe ser cro- cante por fuera y ‘blandeta’ por dentro”. Eso me decía y le brillaban los ojitos a esta gringa entrañable. Es que si alguien sabía de estirar como sea la comida para que alcance esa era la Nena Tusi: había quedado viuda muy joven y con cinco hijos que alimentar. La Nena Tusi te hacía croquetas hasta con suelas de zapatos, mire vea.
Como la Nena vivía al frente de mi casa de aquél entonces, nunca me preocupé de aprender sus secretos. Ella caía con sus manjares, yo ponía la bebida. Escabeches, guisos, los mejores tallarines que he probado en mi vida y, por supuesto, croquetas.
Sus hijos ya habían partido a armar sus propios nidos así que yo era el feliz beneficiario
de sus afanes gastronómicos. Sí, Dios existe.
Hace un par de semanas, a raíz de una velada frustrada en donde me habían prometido cocinarme croquetas, decidí que ya era tiempo de aprender a hacerlas yo mismo. Me tocó empezar con unas de las más difíciles: de espinaca. Salieron ricas, al menos mis dos hijos varones las devoraron, pero de aspecto desastroso. Con la segunda tanda, ya de arroz y otros restos de comida, aprendí que para lograr una buena croqueta redonda hay que trabajar la masa con la delicadeza y rapidez con que se emprende la conquista de una teta femenina. Y quedan perfectas. El próximo paso será aprender a hacerlas en forma de bastón, que son mis preferidas. Mi secreta ambición es convertirme en El rey de las Croquetas, objetivo que lograré cuando sepa hacerlas redondas, en bastones y sobre todo utilizando los restos de comida sobrante.
Por los tiempos que se vienen creo que más que un deseo será una necesidad convertirme en un experto en el tema.
Buen provecho para todas y todos.
*(Nota original para el fanzine «Los placeres de la vida»)