
por Caty Giménez
“Alicia se encontró en una sala larga y baja, que estaba iluminada por una hilera de lámparas que colgaban del techo. Había varias puertas alrededor de la sala, pero todas estaban cerradas. Después de haberlo comprobado una y otra vez, se fue tristemente hacia el medio de la sala, preguntándose cómo iba a salir de allí. Entonces, se fijó en una mesita de cristal sobre la que había una diminuta llave de oro y lo primero que pensó es que correspondería a alguna de las puertas; pero ¡no!, la llave era demasiado pequeña para ellas. Sin embargo, en una segunda exploración se dio cuenta de que detrás de una cortina había una puerta pequeñita en la que no había reparado antes, probó la llave y con gran alegría vio que era la suya. Lee el resto de esta entrada »
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