por Waldo Cebrero
El guardiacárcel Polonio Barrera revisa mi bolso y exige documentos. Luego pone voz de locutor y bromea: “¡Y en este rincón, Gabriel la Garza Funes!”.
Detrás del mostrador Gabriel rebota en el piso como un boxeador a punto de saltar al ring. Su rincón es el encierro. Nada menos que en el Establecimiento Penitenciario N°9 de Córdoba. Ahí está él: pantalón de gimnasia, buzo sin mangas, los hombros tatuados y en una mano la bolsa de carbón.
–Vení mi loco, pasá. Ya ponemos el asado– dice. Lee el resto de esta entrada »