
«Los vencedores del 80 saben que ahora pueden moldear el país a su entero arbitrio. Es el precio de la victoria: ahora –se dicen– hacemos lo que se nos da la gana, para eso hemos ganado», señala José Pablo Feinmann en esta nota.
«El 3 de febrero de 1852, Urquiza, al frente del Ejército Grande, derrota a Rosas. Le promete al general Chilavert –que conducía las fuerzas del Restaurador– que habrá de respetarlo, que nada le pasará. No bien el general abandona la tienda de Urquiza, es fusilado. “¡Tiren aquí! –grita señalándose el corazón–. La victoria da derechos. Lee el resto de esta entrada »