Una publicación efímera, como todo

Los Bucci, fabricantes de vientos

In Crónicas, por Mario Rivas on 30 julio, 2015 at 20:55

Viaje a Zenón Pereyra y San Carlos Centro (en Santa Fe) y a Victoria (Entre Ríos)

Parte III (Interludio)

a Moly Brollo, con cariño

Museo Bucci, en la antigua Almacén de Ramos Generales "Casa Contardi".

Museo Bucci, en la antigua Almacén de Ramos Generales «Casa Contardi».

por Mario Rivas

Museo de nivel internacional en medio de la pampa gringa. Un dato aleatorio que se toma como un buen augur. Preguntas sobre la logística en el siglo pasado. El increíble ninguneo de los medios sobre un patrimonio nacional.

Día 1 (Interludio): Ingresando a un mundo incomprensiblemente poco difundido

A media tarde del primer día en Zenón Pereyra, Adriana Gieco nos franqueó las puertas del Museo Bucci en una visita exclusiva.

El Museo está instalado en lo que fuera la «Casa Contardi», un amplio local de principios del siglo pasado con varias dependencias. Funcionaba allí un Almacén de Ramos Generales, que también hacía las veces de Banco, además de tener un amplio galpón para el acopio de cereales.

En la recepción se recrea el despacho del Almacén de Ramos Generales «Casa Contardi»: viejos mostradores en perfecto estado, una caja registradora, varios libros contables, una antigua máquina de escribir.  De allí se pasa a una pequeña sala en donde se exhiben los trofeos ganados por Domingo Bucci, fotos y documentos de época en unas vitrinas. En las paredes unas gigantografías muy bien detallas. Hasta aquí lo normal que uno espera encontrar en un Museo de pueblo. Adriana comienza el relato de la historia de Domingo Bucci.

Adriana Gieco en la Recepción del Museo Bucci.

Adriana Gieco en la Recepción del Museo Bucci. Atrás se aprecia un busto del fundador de la «Casa Contardi», donde se aloja actualmente el Museo.

Un dato que se toma como un buen presagio

Cuando Adriana informó que Domingo Bucci había nacido en San Carlos Centro pensé «¡Qué buen augur!», tomando este dato como una buena señal para todo el viaje que estábamos emprendiendo. Es que San Carlos Centro era nuestro próximo destino. Nada, esas cosas que uno piensa cuando está lejos de su pago. Pero vayamos a la historia de Domingo Bucci, que para eso estamos aquí.

Domingo Bucci, un Quijote loco por la velocidad

Si hay algo que respeto son los hacedores. Hombres y mujeres que de la nada construyen un mundo. Visionarios, empecinados, constantes a lo largo del tiempo para alcanzar sus objetivos. Pueden tener plata o no: eso no es lo distintivo. Lo distintivo en los hacedores es la obstinación en alcanzar sus sueños. Es el caso de Domingo Bucci, el primero de una dinastía dedicada a la velocidad.

Domingo Bucci nació en 1894 y cuando tenía 17 años viajó por primera vez a Italia. En Milán se inscribe en la Escuela Caproni de Aviación para tomar un curso de piloto y aprender a volar. En 1913 regresa a la Argentina con un motor Bleriot desarmado y los planos para armar un avión. Se entera entonces que cerca de su San Carlos Centro natal, en San Jerónimo Norte, un suizo de apellido Briggiler había construido un avión basado en los planos publicados por una revista de aviación de la época, aunque nunca había logrado hacerlo volar. Bucci se contacta con Briggiler e intenta hacer volar el aparato construido por el suizo, sin mayor suerte. Parten los dos a Buenos Aires y de allí regresan con un Bleriot de 50 HP y 1.200 rpm, que adquirieron por $7.000. En San Jerónimo Norte los reciben como héroes y organizan un Festival de Acrobacias Aéreas donde recaudaron $1.200. De allí parten a Esperanza y logran recaudar unos $800 con otra exhibición. Fueron años en donde Domingo Bucci realizó varias demostraciones de su pericia con el Bleriot en pueblos de la zona, a la par de mantener su taller mecánico en Zenón Pereyra.

Waterloo, la importancia de la logística y el traslado de un avión por las carreteras del país en el siglo pasado

Alguna vez leí que Napoleón perdió la batalla de Waterloo porque el responsable de la logística había olvidado los clavos necesarios para fijar los cañones al suelo. De no haber existido este garrafal olvido, el genial corso hubiera podido defender una estratégica colina que habían tomado al principio de la contienda y quizás otro hubiese sido el desenlaceEso es la logística: la previsión con las provisiones, el preparar con antelación las condiciones para la futura acción.

Mientras Adriana nos cuenta de las exhibiciones aéreas de Bucci por los pueblos de la zona,  no puedo dejar de pensar en la logística necesaria para hacerlas posible.  ¿Cómo trasladaban el avión de pueblo en pueblo? ¿Lo trasladaban con sus alas desarmadas y volvían a armarlo en cada pueblo? ¿Lo hacían por tren, en camiones por las rutas del país? Rutas que si ahora dejan mucho que desear me imagino cómo serían en los años ’20. ¿Quiénes preparaban las pistas, o lo que funcionarían como tal, para el despegue? En fin, tantas preguntas.

Pero volvamos al Museo que Adriana está encendiendo las luces del primer salón para dejarnos, ahora sí, con la boca abierta: tres autos de la Scudería Bucci, un Mercedes-Benz 300 SL Panamericana y el Bleriot colgando del techo.

Réplica a escala del armazón del avión Bleriot de Domingo Bussi.

Réplica a escala del armazón del avión Bleriot de Domingo Bucci.

Nace la pasión por los autos de carrera

En su taller de Zenón Pereyra, Domingo Bucci comienza a construir su primer auto de carrera y en 1922 instala en Morteros, provincia de Córdoba, un taller más grande donde prosigue su fiebre de fabricante, al mismo tiempo de preparar también autos de otros pilotos de la región.

El "Misil" Bucci, motor Hudson, con el cual ganaría en el óvalo de Esperanza en los años 1927 y 1928. En 1929 a bordo de este auto se consagraría en las 500 Millas Argentinas en Rafaela.

El «Misil» Bucci, motor Hudson, con el cual Domingo ganaría en el óvalo de Esperanza en los años 1927 y 1928 (145.661 km-h de promedio). En 1929 a bordo de este auto se consagraría en las 500 Millas Argentinas en Rafaela.

Domingo Bucci triunfaría en las competencias más importantes que se corrían en la Argentina en los años ’20 y ’30 del siglo pasado, entre ellas el Gran Premio Nacional ACA 1928 y las «500 Millas de Rafaela» en 1929. En 1933, corriendo la Vuelta de Arrecifes en la provincia de Buenos Aires, muere junto a su acompañante al embestir otra máquina que se había detenido para cambiar una cubierta y estaba oculta por la polvareda. Sin embargo su pasión por los autos no moriría y sería continuada por sus hijos Rholand y Clemar.

La continuación del legado y la pasión automovilística

Domingo Bucci tuvo dos hijos en Zenón Pereyra: Rholand, que se dedicó fundamentalmente a la mecánica, y Clemar, piloto y constructor de autos.

La vida de Clemar Bucci merecería una crónica aparte: nacido en 1920, a los dieciocho años ya estaba piloteando un Midget construido por él mismo. Con este auto obtiene varias victorias en competencias de Fuerza Limitada disputadas en la zona. En el año 1947, Clemar pasa a la categoría de Fuerza Libre a bordo de un Cadillac 16 cilindros monoposto, ganando seis competencias seguidas, entre ellas el Campeonato Argentino. Al año siguiente se convierte en el primer compatriota en correr un Gran Prix en el viejo continente, piloteando un Maserati.

En 1949, Clemar le sugiere al general Juan Domingo Perón la posibilidad de armar un equipo argentino de fórmula 1. Perón accede y arbitra los medios para concretar la idea. Finalmente llega un auto Maserati 4CLT para que Clemar corriera en Europa, pero Bucci, en un gesto que hoy nos parecería imposible, cedió su lugar a Juan Manuel Fangio.

La carrera de Clemar Bucci como piloto seguiría hasta el año 1955 en donde se retira para dedicarse a su empresa de autopartes Bucci Hnos. y a la construcción de prototipos.

Mercedes-Benz 300 SL Panamericana (restauración).

Mercedes-Benz 300 SL Panamericana (restauración).

Siguen las sorpresas en el Museo Bucci

Adriana no hace pasar ahora a un segundo salón donde están exhibidos los los 300 SLR de la Mille Miglia, serie de recreaciones de Mercedes-Benz realizadas en el 2001 por Clemar Bucci junto a su hijo Clemar Junior. Realmente ver estas bellezas deja a cualquiera que ame el diseño sin aliento. Y ni hablar de aquellos que además del diseño amen los motores.

3 Mercedes-Benz SLR 300 (recreación) exhibidos en el Museo.

Mercedes-Benz SLR 300 (recreación) exhibidos en el Museo.

Tablero de diseño de Clemar Bucci, en donde se pueden apreciar los bocetos de la última joya de la Scudería: el Bucci Special.

Tablero de diseño de Clemar Bucci, en donde se pueden apreciar los bocetos de la última joya de la Scudería: el Bucci Special.

Final del recorrido: la joya de la Scudería Bucci

Cuando uno cree que ya no queda nada más para sorprenderse, Adriana enciende las luces de un último salón donde están exhibidos el Dogo (1970) y la joya de la Scuderia: el Bucci Special (2013).

Dogo, el prototipo de un deportivo argentino, con puertas tipo alas de gaviota, un diseño futurista, motor Peugeot y transmisión Porsche.

Dogo, el prototipo de un deportivo argentino, con puertas tipo alas de gaviota, un diseño futurista, motor Peugeot y transmisión Porsche.

En enero del 2011 fallece Clemar Bucci y la posta de la Scuderia es tomada por su sobrino Pablo, quien es el responsable de concretar el último sueño de su tío: el Bucci Special.

Bucci Special (2013), la joya de la Scuderia.

Bucci Special (2013), la joya de la Scuderia.

Los autos exhibidos en el Museo Bucci

Hudson BucciHudson Bucci Bestium, Cadillac 16 C, Mercedes-Benz 300 SL Panamericana (restauración), Mercedes-Benz SLR 300 (recreación, tres unidades), Dogo SS 2000 (concept) y Bucci Special (concept).

Creer o reventar: cómo funcionan los medios en la actualidad

En la meticulosa y profesional recorrida por el increíble Museo Bucci vi una estantería con unas revistas que daban cuenta con amplio despliegue de la historia de la Scudería Bucci. Ninguna nacional. Le pregunté a Adriana cómo era posible esto. «Es que nos cobran fortuna para hacer una nota». No podía salir de mi asombro.

Lo real es que el Museo Bucci abrió sus puertas en octubre del año pasado y hasta el momento ningún medio nacional se ha hecho eco de este acontecimiento.

Detalle del Bucci Special en donde se puede apreciar la cámara retrovisora cuya pantalla está arriba del tablero de comando.

Detalle del Bucci Special en donde se puede apreciar la cámara retrovisora cuya pantalla está arriba del tablero de comando.

 

  1. Fantastico e increible… ya me ocupare de difundir esto entre mis conocidos tuercas.

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  2. […] (Ver nota relacionada: “Los Bucci, fabricantes de vientos” haciendo click acá) […]

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  3. Extraordinaria información que me impulsa a conocer ese extraordinario museo. Difundir entre amigos amantes de los automóviles «distintos «.

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  4. Hola, doy fe de las construciones, participe de una de ellas , en la adaptación de un sistema de Inyecion electrónica.
    Clemar era alguien que no lo detenía nada
    Y estaba en la avanzada, tal ves en el país equivocado.. lamenté mucho su perdida era una inspiración viviente..

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