«En estos doce años no hubo hechos graves de violencia política pese a que la mitad que pasa a la oposición ha sido insultada y despreciada en forma permanente por la otra mitad que antes era oposición y ahora pasa al oficialismo, una acción que contó con el poderoso amplificador de los medios concentrados. Esa mitad soportó insultos y desprecios sin violencia ni reacciones revanchistas porque sentía la responsabilidad del gobierno. Ahora pasará a la oposición, no tendrá ese compromiso y estará muy sensibilizada frente los insultos y provocaciones que los grandes medios han naturalizado escondiendo la violencia que encierran. Violencia es decirle yegua o loca a una mujer o ladrón a cualquiera o choripanero a los humildes en forma permanente, lo cual ha sido una constante en una oposición que ha sido incapaz de reconocer su mala leche cuando denunció fraudes potenciales en las elecciones. Si Macri busca justificar las medidas económicas antipopulares de su gobierno con los “horrores” del kirchnerismo, estará calentando una olla a presión. El gobierno de Cristina Kirchner termina sin grandes altibajos que impacten en la población. Han sido doce años en los que se fue de menos a más. Si Macri cambia esa ecuación y va a menos, con medidas que afecten salario, trabajo o educación, será su única responsabilidad, no hay excusas en el pasado».
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