Una publicación efímera, como todo

Archive for the ‘Relatos’ Category

Diálogos con mi (nuevo) traumatólogo (un señor de casi 80 años)

In por Astrid Riehn, Relatos on 20 enero, 2012 at 8:30

por Astrid Riehn

El Doctor:  Bueno, querida, para esto hay dos cosas. Una es nadar, que a ustedes las mujeres mucho no les gusta, se les destiñe el pelo, se les corre el maquillaje, les da fiaca cambiarse y ponerse la malla, en fin.

Yo: Cara de «algo de razón tiene».

Doctor: La otra es el yoga.

Yo: Cara de embole.

Doctor: Pero sí, la verdad, te entiendo. Es más aburrido que bailar con tu hermano.

Yo: El problema es que estoy todo el día sentada delante de la compu.

Doctor: Y sí, querida, tenés el enemigo en casa. A ver tus pies, a ver cómo pisás.

Yo:  Me saco los zapatos.

Doctor: Bueno, primero lo bueno. Sos linda. Pero tus pies son feos.

Baja el telón.

Sociedad conyugal

In por Astrid Riehn, Relatos on 19 enero, 2012 at 17:50

por Astrid Riehn

Diálogo con señora de más de 70 muy coqueta, llena de collares, anillos y pulseras.

Señora: Yo estoy en contra del divorcio porque creo mucho en la sociedad conyugal.

Yo: (Me doy cuenta que últimamente no debo hablar mucho, pero le pongo cara intrigada)

Señora: Por eso creo que a veces es mejor comerse un copetín al costado (sic) en vez de divorciarse.

Yo: Ajá. Pero éste es su segundo marido.

Señora: Ah sí, porque por suerte quedé viuda.

Baja el telón.

Claro, papá era un poco más inteligente que el resto

In por Hernán Marcelo Savini, Relatos on 27 octubre, 2011 at 22:51

por Hernán Marcelo Savini

«Cuando niño le decía a mi papá: _ Papá en el colegio son todos peronistas , acá en la Sociedad de Fomento son todos peronistas;  mis amigos del barrio son todos peronistas y nosotros somos comunistas… ¿ algo esta mal?. Claro, papá era un poco más inteligente que el resto.» Lee el resto de esta entrada »

El vaticinio del guanaco Zoilo: Argentina 2 – Bolivia 1

In Deportes, Relatos on 1 julio, 2011 at 17:09

"El Zoilo no sólo da el equipo que gana, señor: vaticina el resultado exacto y los autores de los goles”, dice su propietario y entrenador.

por Julio Boccalatte (vía Télam)

Empieza la Copa América y, como el Pulpo Paul en el Mundial de Sudáfrica, como el Burro Andrés con la promoción entre River y Belgrano, se impone la necesidad de incorporar un bicho local, nuestro, eficaz en el presagio: el guanaco Zoilo.

Del problema nos saca el viejo Ermelindo, “criollo de tierra adentro, adiestrador de animales autóctonos en la tarea de la prestidigitación y el vaticinio”, se presenta -ante nuestra sorpresa- bajando de un vetusto Mercedes 1114 reconvertido en un motor-home como el de los verduleros.

En la galería de animales que ofrece el viejo Ermelindo y que van con él en el vehículo se encolumnan un mono aullador, un pecarí, un ocelote, un puma, una alpaca, un cóndor, un oso de anteojos”, en fin. Hasta un sapo. “El sapo Pepe -lo presenta-. El original, el de la canción infantil”.

Ermelindo advierte nuestras dudas y demuestra: “¡Pepe, vení!”, y Pepe salta, salta. “¡Pepe, pará!”, y Pepe salta, salta. La exhibición nos conmueve y nos convence. De la larga fila de bichos autóctonos, sin embargo, no nos encandila el sapo sino un guanaco. “¡El Zoilo!”, exclama Ermelindo.

“Eligen bien, eligen bien. El Zoilo no sólo da el equipo que gana, señor: vaticina el resultado exacto y los autores de los goles”, dice.

“Lo crié con el método Betanwin. Como a los pollos, que les ponen rocanrol para estresarlos y que coman sin parar, al Zoilo lo tengo todo el día en la internet. Se me envició un poco el guanaco, para qué le voy a mentir: mire sino”.

“El 19”, grita Ermelindo, y de una serie de imágenes pegadas en la carrocería del 1114 el Zoilo escupe la de un pescado. “El 53”, dice ahora, y el Zoilo escupe la foto de un barco. “El 39”, termina, y Zoilo escupe hacia arriba simulando la lluvia.

Luego de un breve debate nos inclinamos, entonces, por el Zoilo, ejemplar único, parece, de la evolución de la fauna agorera.

Aunque le advertimos a Ermelindo: la posibilidad de que elija escupiendo, por ejemplo, una bandera, puede provocar incidentes diplomáticos. “Si usted quiere vaticinios protocolares vaya a buscar a un diplomático, don. Pero el Zoilo es un guanaco y el guanaco se expresa a los gargajos”.

La razón lo asiste, pero a nosotros también. Negociamos: que las opciones para el Zoilo sean las letras iniciales de los seleccionados que se enfrentan. Ermelindo acepta: el Zoilo no tiene problemas de alfabetización ni de ortografía.

Ante nuestra profunda expectativa, y resuelta la cuestión, Ermelindo dibuja en el piso del 1114 dos letras con tiza blanca: la A y la B. Argentina y Bolivia, protagonistas del partido inaugural de la Copa América. “¡Déle Zoilo!”, le ordena al guanaco, mientras el resto de su troupe zoológica sigue en silencio, inmóvil. Salvo el Pepe, que salta, salta.

El guanaco Zoilo entra en trance, emitiendo extraños sonidos guturales, con los ojos casi fuera de sus órbitas, hasta que dispara: primero dos escupitajos sonoros, precisos, casi sin interrupciones sobre la A, y un poco más tarde uno en la B.

“2 a 1 -dice Ermelindo-. Argentina 2 a 1. Argentina hace dos goles rapiditos y Bolivia descuenta antes del final”. Nos alegramos de antemano, convencidos de la capacidad del bicho. “Los autores de los goles, Ermelindo”, le recordamos.

Ermelindo se acerca al Zoilo: “Ajá”, dice una vez; “ajá”, va repitiendo, haciendo sí con la cabeza. Hasta que informa: “Batistuta y Balbo para Argentina. Angola para Bolivia”. Atrasa. El guanaco atrasa.

El vaticinio del guanaco Zoilo: Argentina 2 – Bolivia 1

In Deportes, Relatos on 1 julio, 2011 at 13:43

"El Zoilo no sólo da el equipo que gana, señor: vaticina el resultado exacto y los autores de los goles”, dice su propietario y entrenador.

por Julio Boccalatte (vía Télam)

Empieza la Copa América y, como el Pulpo Paul en el Mundial de Sudáfrica, como el Burro Andrés con la promoción entre River y Belgrano, se impone la necesidad de incorporar un bicho local, nuestro, eficaz en el presagio: el guanaco Zoilo.

Del problema nos saca el viejo Ermelindo, “criollo de tierra adentro, adiestrador de animales autóctonos en la tarea de la prestidigitación y el vaticinio”, se presenta -ante nuestra sorpresa- bajando de un vetusto Mercedes 1114 reconvertido en un motor-home como el de los verduleros.

En la galería de animales que ofrece el viejo Ermelindo y que van con él en el vehículo se encolumnan un mono aullador, un pecarí, un ocelote, un puma, una alpaca, un cóndor, un oso de anteojos”, en fin. Hasta un sapo. “El sapo Pepe -lo presenta-. El original, el de la canción infantil”.

Ermelindo advierte nuestras dudas y demuestra: “¡Pepe, vení!”, y Pepe salta, salta. “¡Pepe, pará!”, y Pepe salta, salta. La exhibición nos conmueve y nos convence. De la larga fila de bichos autóctonos, sin embargo, no nos encandila el sapo sino un guanaco. “¡El Zoilo!”, exclama Ermelindo.

“Eligen bien, eligen bien. El Zoilo no sólo da el equipo que gana, señor: vaticina el resultado exacto y los autores de los goles”, dice.

“Lo crié con el método Betanwin. Como a los pollos, que les ponen rocanrol para estresarlos y que coman sin parar, al Zoilo lo tengo todo el día en la internet. Se me envició un poco el guanaco, para qué le voy a mentir: mire sino”.

“El 19”, grita Ermelindo, y de una serie de imágenes pegadas en la carrocería del 1114 el Zoilo escupe la de un pescado. “El 53”, dice ahora, y el Zoilo escupe la foto de un barco. “El 39”, termina, y Zoilo escupe hacia arriba simulando la lluvia.

Luego de un breve debate nos inclinamos, entonces, por el Zoilo, ejemplar único, parece, de la evolución de la fauna agorera.

Aunque le advertimos a Ermelindo: la posibilidad de que elija escupiendo, por ejemplo, una bandera, puede provocar incidentes diplomáticos. “Si usted quiere vaticinios protocolares vaya a buscar a un diplomático, don. Pero el Zoilo es un guanaco y el guanaco se expresa a los gargajos”.

La razón lo asiste, pero a nosotros también. Negociamos: que las opciones para el Zoilo sean las letras iniciales de los seleccionados que se enfrentan. Ermelindo acepta: el Zoilo no tiene problemas de alfabetización ni de ortografía.

Ante nuestra profunda expectativa, y resuelta la cuestión, Ermelindo dibuja en el piso del 1114 dos letras con tiza blanca: la A y la B. Argentina y Bolivia, protagonistas del partido inaugural de la Copa América. “¡Déle Zoilo!”, le ordena al guanaco, mientras el resto de su troupe zoológica sigue en silencio, inmóvil. Salvo el Pepe, que salta, salta.

El guanaco Zoilo entra en trance, emitiendo extraños sonidos guturales, con los ojos casi fuera de sus órbitas, hasta que dispara: primero dos escupitajos sonoros, precisos, casi sin interrupciones sobre la A, y un poco más tarde uno en la B.

“2 a 1 -dice Ermelindo-. Argentina 2 a 1. Argentina hace dos goles rapiditos y Bolivia descuenta antes del final”. Nos alegramos de antemano, convencidos de la capacidad del bicho. “Los autores de los goles, Ermelindo”, le recordamos.

Ermelindo se acerca al Zoilo: “Ajá”, dice una vez; “ajá”, va repitiendo, haciendo sí con la cabeza. Hasta que informa: “Batistuta y Balbo para Argentina. Angola para Bolivia”. Atrasa. El guanaco atrasa.

Un cuento bien Pedonista

In por Mauri Kurcbard, Relatos on 9 abril, 2011 at 15:05

por Mauri Kurcbard *

Uds. son muy susceptibles y les va a costar asimilar esta historia, pero igual yo se las voy a contar.
Resulta que un día Cristina -como todo ser humano en el transcurso ejecutivo de una reunión de gabinete, pero no por ello menos placentera o entretenida, -se tira un pedo.

Depende del ángulo de observación, este pedo cristinista será para algunos «un soberano pedo», para otros «una hermosa manifestación de mujer». Algunos fruncen la cara, otros sonríen.

Un fotógrafo -parte de un grupo de reporteros gráficos autorizados expresamente para detallar algún aspecto de esa reunión- es testigo del acontecimiento y decide transmitir la humana anécdota a su superior, cosa que hace cuando llega a la redacción.

El Jefe de Redacción del multimedio monopólico observa la seguidilla de fotos y convencido de que ahí hay una historia grosa, decide publicarla en la edición online.
La noticia sale publicada entonces en Clarín y La Nación, pero Perfil hace una nota bien gráfica del culo de Cristina y el recorrido del pedo desde su nacimiento en un comestible hasta su producción en combustible, incluyendo una pormenorizada descripción de su metamorfosis en gas metano. Obviamente todo esto viene bien condimentado con una nota del Dr Nelson Castro hablando de las enfermedades de Cristina y sus «desórdenes alimenticios». Durante esa noche TN habla de gas metano todo el tiempo.

Aparece un video en YTube con un pedo, pero nadie puede certificar que ese sea un pedo de Cristina.
La polémica estalla.

Un grupo de blogueros K comienzan a discutir acerca de la conveniencia o no de que Cristina se tire o resista los pedos durante las reuniones de gabinete o acaso en los estadios. Un bloguero le aconseja que hable menos, asi puede administrar mejor los lanzamientos humanos. Otro opina que debería ponerse un micrófono en el culo y sacarlos al aire por Canal 7.

Algunos la defienden, llegando a decir que sin ningún problema soportarían estar en una habitación repleta de pedos de Cristina «durante todo un día». Unos hasta se atreven con el humor negro: «Nestor murió harto del gas metáno cristinista» o «Esto es el inicio del fin de las retenciones, jajajaja» como sentencia De Angelli.
El Groncho vuelve a publicar un post, es el tipo de temas que le gustan tanto a él como a sus lectores.

Algunos dicen que eso del pedo fue mentira, que Cristina nunca se tira pedos y que todo se trató de una «operación de prensa» de la que no hay que participar. De hecho, en 678 no se trata el tema.
Le preguntan a Moyano para que se pronuncie y se tira un pedo por todo respuesta, evadiendo el tema. En Suiza lo acusan de lesiones y piden un ex orto.
Los Negros de Mierda cambian de nombre por Los Pedos de Cristina.

Elisa Carrió hace declaraciones al respecto y pide una reunión plenaria de todas las Comisiones del Congreso. Obvio, van 2 ó 3 nada más, pero TN hace flor de quilombo.
Cobos se pronuncia acerca de la conveniencia de discutir los 4 ó 5 grandes pedos que siempre se tiran todos. Lo ignoran.

Aparece el pedonismo y su agrupación juvenil, La Pedorra.
Luego el pedonismo puro y duro, con su clásico pedonómetro.
Los troskos dicen que todo es una «farsa k» y que los únicos que militan al pedo son ellos.

Rapidamente se pone de moda tirarse pedos.

FIN

 

* Mauri Kurcbard es autor del blog Derek dice, al cual se puede acceder haciendo click acá

No confiarse, nunca

In por Mario Rivas, Relatos on 30 enero, 2011 at 15:18

El Pupi Salmerón en un momento inolvidable.Copa de Verano Ciudad de Córdoba 2009. (foto Archivo)

por Mario Rivas

Verano del 2009. Copa Ciudad de Córdoba entre Velez Sarsfield, Lanús y Talleres.

Segundo partido del torneo. Juegan Talleres y Lanús en La Boutique de Barrio Jardín. El estadio está repleto. 40 minutos del segundo tiempo y se mantiene un empate en 1 tanto.

Saque de arco de Talleres. Pase corto de Brasca al capitán del equipo albiazul, Federico Lussenhoff. Pase del colorado a Zermatten, cambiando de banda. Zermatten deja a dos defensores de Lanús en el camino y le pasa la pelota por arriba al Pupi Salmerón, goleador del campeonato. El Pupi la para con el pecho, la domina, sale el arquero de Lanús a taparlo. El Pupi amaga por izquierda y sale por la derecha desconcertando al arquero. Está sólo frente al arco, a unos cinco metros, patea… y manda la pelota a la tribuna.

Hace unos días me lo encontré al Pupi en la peatonal y nos fuimos a tomar una cerveza.

-¿Te acordás de aquél gol que no fue frente a Lanús?, le pregunto.

– ¡Sueño con ese gol! ¡Cómo lo voy a errar! Todavía no lo puedo creer.

– Es que fue increíble. ¿Qué te pasó Pupi?, insistó porque a mi también ese casi gol me persigue en sueños.

-Nada, me dice el Pupi levantando los hombros. Me confíe. ¿Cómo iba a errar ese gol estando el arco tan cerca? Pero en la vida no te podés confiar hermano, nunca. Te confiás y fuiste.

Cuando un ojo tapado era sexy

In por Mario Rivas, Relatos on 23 enero, 2011 at 20:08

por Mario Rivas

Cuando tenía unos cinco años pasamos una temporada viviendo con mi hermano en casa de mi abuela, en Avellaneda. Mi hermano tendría, ponele -como diría el inolvidable Gusty-, unos siete años.

Era verano y cuando se encendían las luces de la avenida solíamos ir a una plaza a jugar. Casi siempre encontrábamos allí a una vecinita muy linda, rubia ella, y que en la cuadra no nos daba ni bola pero en la plaza coqueteaba un poco con mi hermano. A mi, la verdad, mucho no me importaba la vecinita, estaba más preocupado por defender a Roma como el mejor arquero del mundo o en conseguir la figurita con la cara del Sargento Kirk de Combate, que era la más difícil del albúm.

En la plaza mi hermano tenía un extraño jueguito: le ganaba siempre el lugar para tirarse del tobogán a la vecinita y, para dejarla pasar primero, le pedía que se tapara un ojo con su largo pelo rubio. Hecho esto la vecinita pasaba primero. Yo nunca entendí qué gracia le encontraba mi hermano a esa cara con un ojo tapado. Mucho más interesante era tratar de verle la bombachita, cosa que no siempre se lograba.

Tiempo después comencé a descubrir las publicidades de mujeres con el ojo tapado, entre ellas la de la inolvidable Chunchuna. Pero nunca fueron «mi objeto del deseo», por así decirlo.

Hasta que conocí a Verónica Lake y ahí la cosa cambió, para siempre.

Hoy taparse un ojo con el mechón de pelo ya no se usa, ni siquiera en publicidades retro. Una lástima.

 

 

 

Ulises no engañó a la sirena, sino más bien fue el destino, que siempre es intrincado

In por La Sirena, Relatos on 20 enero, 2011 at 16:37

por La Sirena

Él era muy creido, venía allende los mares y habia poseído mujeres en Troya, en Libia, en Sicilia, mujeres jovenes y hermosas (no es dato menor) que se ofrecían al guerrero con avidez y solicitud. Ulises creyó que podía poseer a la sirena engañándola. Ella,temo decirlo, no tenía experiencia en hombres, y cantaba por solo el gusto de cantar (yo creo que cantaba como los hombres de la pampa, para no sentirse tan sola, todo el mundo sabe que  el mar y la llanura son equivalentes) y además estaba el tema del cuerpo, con esa cola de pescado (la sirena era un pescado) que le hacía pensar que jamás iba a ser mina de Ulises.  Eso era una espina atravesada en su cuello de mujer.

Pero como esperar le fue dado, esperó como solo pueden hacerlo las mujeres y las sirenas. Y se quedó callada. Y a los dioses que cuidan las cosas terrestres y las cosas marinas les dio piedad. Ulises se puso a hacer unas fintas de boxeador preparado en algun pueblo del Chaco, y la sirena se fingió afónica, y las imposibilidades del cuerpo se arreglaron vaya a saber cómo (no me fue dado entender esa parte) y finalmente terminaron como en las buenas películas, uno amando al otro.

Dicen que hubo un engaño. Yo no me lo sé.

La sirena inconforme

In por Augusto Monterroso, Relatos on 19 enero, 2011 at 3:52

por Augusto Monterroso

Usó todas sus voces, todos sus registros; en cierta forma se extralimitó; quedó afónica quién sabe por cuánto tiempo.

Las otras pronto se dieron cuenta de que era poco lo que podían hacer, de que el aburridor y astuto Ulises había empleado una vez más su ingenio, y con cierto alivio se resignaron a dejarlo pasar.

Ésta no; ésta luchó hasta el fin, incluso después de que aquel hombre tan amado y deseado desapareció definitivamente.

Pero el tiempo es terco y pasa y todo vuelve.

Al regreso del héroe, cuando sus compañeras, aleccionadas por la experiencia, ni siquiera tratan de repetir sus vanas insinuaciones, sumisa, con la voz apagada, y persuadida de la inutilidad de su intento, sigue cantando.

Por su parte, más seguro de sí mismo, como quien había viajado tanto, esta vez Ulises se detuvo, desembarcó, le estrechó la mano, escuchó el canto solitario durante un tiempo según él más o menos discreto, y cuando lo consideró oportuno la poseyó ingeniosamente; poco después, de acuerdo con su costumbre, huyó.

De esta unión nació el fabuloso Hygrós, o sea “el Húmedo” en nuestro seco español, posteriormente proclamado patrón de las vírgenes solitarias, las pálidas prostitutas que las compañías navieras contratan para entretener a los pasajeros tímidos que en las noches deambulan por las cubiertas de sus vastos trasatlánticos, los pobres, los ricos, y otras causas perdidas.