
La Presidenta Cristina Fernández esperando para dar apertura al plenario de la 65º edición de la Asamblea General de la ONU.
por Mario Rivas
Es difícil elegir una foto de Cristina. No en todas sale bella, es cierto. Pero cuando sale bien es sencillamente hermosa. Y esto al margen de consideraciones ideológicas, o no tanto. La belleza no es sólo una cuestión estética, es también, y quizás fundamentalmente, una cuestión ética.
La cuestión es que tengo guardadas un veintena de fotos de Cristina: con banderas argentinas ondeando sobre su cabeza, en actos partidarios, en inauguraciones oficiales, dirigiéndose a hablar ante carcamanes que si pudieran le arrancarían el hígado y que terminan aplaudiéndola, rendidos ante las evidencias de su discurso.
En todas mis fotos se la ve bella y valiente. Bella, valiente e inteligente. Bella, valiente, inteligente y excepcional.
Excepcional, sí. Porque, qué quieren que les diga, yo estoy orgulloso de mi Presidenta, pero aún si no lo estuviera tendría que ser un necio para negar que esta mina es excepcional. A ver, cuando yo tenía más o menos edad para darme cuenta de algunas cosas gobernaba este país un viejo milico represor de labio leporino. Un tipo que aprendí a odiar porque, entre otras cosas, cada dos por tres metía en cana a mi vieja. No directamente, claro, pero la metían en cana sus esbirros que es lo mismo. Luego, más milicos. Y el Tío duró tan poco que fue casi un sueño.
El Viejo llegó y antes de aterrizar ya no era el Viejo que esperábamos. En fin.
Después la noche y los chacales.
Salió el sol de la democracia y teníamos un orador de Presidente que hacía temblar las piedras cuando prometía justicia, igualdad y que íbamos a comer, educarnos y vivir felices en democracia. Hasta que lo apretaron un poquito y mostró la hilacha. Lo apretaron un poquito más y se fue a pescar mojarritas a Chascomús, dejando el país devastado y con todas las serpientes sueltas.
A partir de ahí es historia reciente. ¿Con quién quieren que compare a mi Presidenta? ¿Con la rata cínica, con el que dormía la siesta en la Casa Rosada mientras asesinaban a compañeros en Plaza de Mayo, con el Cabezón que nos dejó en bolas salvando las finanzas de los que más tienen?
El 25 de Mayo del 2003 todavía lo recuerdo. Estábamos comiendo un asado en la terraza de La Cariñosa con muchos amigos y yo bajé un rato para escucharlo a Néstor. Volví al asado con la extraña sensación de que había escuchado un discurso histórico. Incluso escribí algo de eso en una crónica de aquellos días. Pero el gobierno de Kirchner fue fundamentalmente un gobierno para salir del infierno, con todo lo que eso implicó.
Pero convengamos, en tren de comparaciones, que siendo un político de fuste Néstor no alcanzó nunca la dimensión de estadista que sí alcanza su mujer. Y grita demasiado, para mi gusto al menos.
Es por eso que digo que Cristina es una Presidenta excepcional. Que no es la misma que asumió en el 2007. Ha ido creciendo, a fuerza de golpes, errores y fundamentalmente de aciertos que ha sabido sostener con una valentía innegable. Una mujer, también vale decirlo, que ha soportado lo que ningún hombre en la presidencia de este país tuvo que soportar. Ninguno, ni siquiera el Perón de la primera época. Quizás en esto Cristina sólo tenga un antecedente de dignidad y coraje: Evita.
Por eso, de entre todas la fotos de mi Presidenta elijo la que ilustra esta nota: esperando con nervios en un inmenso sillón para dar apertura a la Asamblea General de la ONU. Sé que cuando la inviten al estrado (no me canso de ver ese video) se levantará y sonreirá a la presidencia, esquivará con donaire una barandilla, se arreglará coqueta un poco el pelo y enfrentará a jefes de estado, ministros y embajadores como sólo ella sabe hacerlo y pronunciará un discurso impecable sin siquiera un papelito de ayuda memoria.
Pero aquí en esta foto (qué no sé quién la sacó ni de dónde la robé, creo que de Página o Télam) está sola. Como debe estarlo ante cada decisión fundamental que ha tomado en los últimos tiempos. Ya sé que hay una mesa chica que la apoya, ya sé que somos millones los que queremos que siga siendo nuestra Presidenta por muchos años más y estamos dispuestos a sostenerla contra viento y marea. Pero en los momentos fundamentales ella está sola.
Por eso elijo esta foto: para no olvidar nunca que mi Presidenta merece todo mi apoyo y agradecimiento. Y porque si el machismo -sólo el machismo podría explicar que ella no sea nuestra candidata en el 2011- hace que tenga que volver al llano, no olvidarme jamás que gracias a ella vivo en un país inimaginable hace sólo cinco años atrás.